En cuanto comienza el buen tiempo ya estoy deseando preparar alguna cena fuera, de esas en donde cada uno se va sirviendo lo que le apetece y no tienes que preocuparte de presentar grandes platos. Por eso esta rillette de sardinas es uno de mis patés preferidos para esas ocasiones. Rápido, fácil y lo mejor, solo manchas un bol y una batidora.
En su origen, la rillette es una preparación de charcutería elaborada con carne de cerdo cocida en manteca, hasta obtener la disociación de sus fibras. A continuación estas fibras se escurren, se desmenuzan más o menos finamente y se vuelven a mezclar con la grasa de la cocción. Pero con el paso del tiempo han ido derivando en otras muchas variedades como esta de pescado, que también podría prepararse con salmón, bacalao, así como con otros tipos de carnes de aves.
Ingredientes
- Sardinas en conserva (1 lata pequeña) 80 g
- Queso crema 70 g
- Cebolleta (1/4 de unidad) 0.25
- Zumo de limón 60 ml
- Perejil fresco picado
- Pimienta negra molida
- Sal al gusto
Cómo hacer rillete de sardinas
- Tiempo total 20 m
- Elaboración 20 m
- Reposo 1 h
Escurrir el aceite de la lata y con un cuchillo fino ir retirando la espina central de cada sardina. Echar la carne del pescado en un bol pequeño, añadir el queso crema, la cebolleta picadita, la sal, la pimienta y el perejil picado.
Verter el zumo de limón. Si se quiere que se noten las fibras simplemente machacar con un tenedor, pero si lo que queréis es que quede un paté más fino en su textura, batir con la batidora de mano unos segundos para mezclar los ingredientes.
Ponerlo en un recipiente con tapa hermética y refrigerar durante una hora como mínimo a no ser que estuvieran todos los ingredientes fríos de la nevera, en este caso se podría consumir al momento.
Con qué acompañar el rillette de sardinas
Esta receta de rillette de sardinas es ideal acompañar con tostadas de baguette o galletas tipo crackers bien crujientes. Para ello meter las rebanadas de pan unos minutos en el horno o tostador, y servir rápidamente. El contraste del paté frío con el pan caliente es delicioso y ya no os cuento si lo acompañáis con una copa de un buen vino blanco.
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