Si eres fan del queso feta tal cual, sin adornos, imagina cómo ha de estar en formato "saganaki", es decir, rebozado y frito. Con una corteza crujiente y un interior suave y tierno, rematado con un toque de zumo de limón, miel y semillas de sésamo. Para morir e ir al cielo ¿verdad?
Solo cinco minutos y un puñado de ingredientes básicos te separan de esta receta tan súmamente soberbia. Solo hay que calentar un poco de aceite, rebozar el queso en huevo y harina y a la sartén. Así de simple. Prueba a envolverlo en masa filo o rebozar en semillas de sésamo si te apetece probar otras variantes.
El término "saganaki" hace referencia al utensilio de dos asas que se usa para freír y que da nombre a los platos que en él se elaboran: queso, mejillones, gambas, champiñones, entre otros. Deliciosos todos servidos con salsa casera de tomate, aunque el saganaki de queso feta se lleva la palma.
Vertemos un par de dedos de aceite de oliva en una sartén y la ponemos al fuego. Mientras se calienta escurrimos el queso feta y lo secamos bien con papel absorbente de cocina. Si queremos, podemos cortarlo por la mitad o en más porciones.
Lo pasamos por huevo batido y, después, por harina, procurando que quede bien rebozado. Freímos en el aceite caliente durante un par de minutos por cada lado o hasta que tenga un tono dorado. Escurrimos y servimos con un chorrito de miel, otro de zumo de limón y unas ramas de romero fresco.
Con qué acompañar el saganaki o queso feta frito
Tradicionalmente el saganaki o queso feta frito se sirve con un chorrito de zumo de limón, para compensar la presencia del aceite. A nosotros nos gusta añadir también miel y unas semillas de sésamo, que aportan el toque decorativo. Una bebida bien fresca a su vera y tan ricamente.
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