No sé si recordaréis el capítulo en el Marge Simpson decide que es el momento de reformar su cocina y, tras dejar que lo intentara el chapuzas de Homer, acaba contratando a un constructor que le hace una cocina de ensueño. En esa cocina es donde luego prepara una curiosa receta de alitas de pollo con wasabi que yo he tratado de imitar con relativo éxito.
Digo relativo porque aunque os puedo asegurar que están deliciosas, no he conseguido que tengan ese color verde tan atractivo que aparecía en la popular serie de animación, y eso que he desperdiciado bastante wasabi intentándolo, pero si es crucial para vosotros, siempre podéis usar colorante alimentario.
El proceso de hacer alitas de pollo con wasabi es bien sencillo, sobre todo una vez alguien ya os ha dicho cuales son las proporciones adecuadas de wasabi y con qué otra salsa mezcla bien. Yo he hecho diferentes pruebas (con mayonesa, con mostaza picante, con mostaza dulce...) y al final la ganadora es la mostaza dulce (la de los perritos calientes) por el contrapunto que ofrece al característico picor de la también llamada mostaza japonesa.
Pero antes de ponernos con la salsa, conviene primero precalentar el horno a 250ºC e introducir en él nuestras alitas de pollo previamente sazonadas con un poco de sal, pan rallado y un chorrito de aceite. Dejamos que se doren durante 15 o 20 minutos.
Para la salsa, la proporción que más se ajusta a mis gustos es de dos cucharadas de mostaza dulce mezcladas con una cucharadita de wasabi en polvo (el doble si lo tenemos en pasta). También podemos mezclar previamente esa cucharadita de wasabi con otra de agua para luego integrarlo con la mostaza, pero queda mejor si lo echamos directamente.
Una vez horneadas las alitas, las sacamos del horno, las untamos bien con la salsa y las volvemos a meter durante otros 10 o 15 minutos más, hasta que se empiece a dorar la capa de salsa. Servimos con un poco de wasabi (en pasta, claro) y a disfrutar.
Con qué acompañar las alitas de pollo con wasabi
Las alitas de pollo con wasabi están sencillamente deliciosas. El dulzor de la mostaza contrasta con ese picor tan nasal del wasabi ofreciendo un bocado sorprendente que no pica demasiado, sino que simplemente saca partido de las propiedades aromáticas de esta mostaza japonesa.
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