Una de las partes del cerdo que más se consume en España es el jamón, pero en su formato curado. Es poco común encontrar este corte en los supermercados, que no en carnicerías. Una pieza sabrosa y muy agradecida que, bien condimentada y elaborada, se convierte en un asado soberbio y con todas las papeletas de haceros triunfar.
Si lo asáis y preparáis siguiendo esta receta de jamón asado con naranja y romero comprobaréis lo que acabamos de escribir. Y, además, lo haréis con muy poco esfuerzo o, como nos gusta decir, sin despeinaros. Esta es una receta fácil a más no poder, que alimenta a un ejército y está deliciosa. ¿Os animáis con ella?
Calentamos el zumo de naranja, la mermelada, el caldo de verduras y el azúcar moreno en un cacito, removiendo hasta que se disuelva este último. Colocamos el jamón de cerdo en una fuente de horno y salpimentamos. Pedimos a nuestro carnicero que nos dé la pieza bridada para evitarnos este paso, pero si no es el caso la bridamos nosotros con hilo de cocina.
Enganchamos las cuatro ramas de romero fresco en el hilo que envuelve la carne y regamos con la mezcla de naranja, azúcar y caldo. Introducimos en el horno, precalentado a 180ºC, y asamos durante 45-50 minutos. De vez en cuando, abrimos el horno y regamos la carne con los jugos.
Retiramos el jamón del horno y dejamos atemperar unos minutos antes de retirar el hilo de cocina y las ramas de romero. Colamos los jugos y los calentamos en un cacito a fuego suave hasta reducir a la mitad para que se concentre el sabor y espese ligeramente. Ajustamos el punto de sal y pimienta si fuera necesario.
Cortamos el jamón en lonchas más o menos finas, al gusto, y lo servimos junto con la salsa de naranja y la guarnición que más nos guste: verdura variadas, puré de patatas, arroz, etc.
Con qué acompañar el jamón asado con naranja y romero
A las carnes en general, y a este jamón asado con naranja y romero, les sienta muy bien ir acompañadas de verduras variadas asadas o a la parrilla. Aunque cuando las servimos con salsa nos gustan especialmente dos guarniciones: el puré de patatas y el arroz blanco. Y, por supuesto, un buen pan para rebañarla.
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