Receta tradicional de albóndigas con salsa de almendras, un clásico que pide pan

Mesa Cero Chefs y Jaime de las Heras

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Resistirse a unas albóndigas en salsa exige una fuerza de voluntad muy alta, pero aún más si se trata de estas albóndigas con salsa de almendras, una receta que es garantía de éxito y permite vestir nuestra cocina con altos vuelos de forma sencilla.

Lo único que necesitamos es la base para hacer unas buenas albóndigas (recordad que es mejor utilizar una mezcla de carne de cerdo y de ternera, y que tengan una pizca de grasa) y que para marchar una salsa también hay que tener buenos ingredientes.

En este caso son almendras crudas y también un buen caldo de verduras que servirá como fondo porque se trata de no eclipsar el perfil suave que las almendras aportan. Distinto sería si tuviéramos un fondo oscuro para hacer unas albóndigas en salsa española o para hacer unas albóndigas en salsa de tomate, que sí piden algo más contundente.

A partir de ahí solo te separan unos 45 minutos para hacer unas albóndigas perfectas que, como truquillo final, no tienen que cocinarse demasiado en la fritura, pues se terminarán de hacer en la salsa. PD: ten pan a mano.

Ingredientes

Para 4 personas
  • Carne de ternera picada 300 g
  • Carne de cerdo picada 300 g
  • Dientes de ajo 2
  • Cebolla 1
  • Pan de molde rebanadas sin corteza 2
  • Huevo batido 1
  • Sal
  • Pimienta negra molida
  • Harina de trigo para bolear
  • Aceite de oliva virgen extra para freír
  • Vino blanco para la salsa 100 ml
  • Brandy para la salsa 50 ml
  • Dientes de ajo para la salsa 2
  • Cebolla para la salsa 2
  • Almendra cruda para la salsa 100 g
  • Caldo de verduras para la salsa 400 ml
  • Sal para la salsa
  • Pimienta negra molida para la salsa
  • Aceite de oliva virgen extra para la salsa

Cómo hacer albóndigas en salsa de almendras

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 55 m
  • Elaboración 10 m
  • Cocción 45 m

Picamos el ajo y la cebolla muy finos para la masa de las albóndigas y los pochamos ligeramente en una cacerola ancha, a fuego suave, durante unos cinco minutos, para que dejen de estar crudos. Mientras, remojamos un par de minutos en leche el pan de molde y lo escurrimos.

Mezclamos las carnes, el pan, el pochado, el huevo, salpimentamos y amasamos bien para que todos los sabores se integren y probamos el punto de sal de la mezcla cocinando un poquito en la plancha. Si está a nuestro gusto, la dejamos reposar una hora en la nevera para que se asiente y coja cuerpo.

Mientras tanto, marchamos la salsa. Picamos el ajo y la cebolla en la juliana y lo pochamos en una tartera o sartén sin que cojan color, a temperatura suave. Añadimos el vino blanco y el brandy, dejamos reducir, y agregamos el caldo de verduras y las almendras, dejando cocer todo durante 15 minutos.

Trituramos el conjunto, colamos para que no queden grumos o arenilla y corregimos de sal y pimienta, manteniendo la salsa caliente en la cazuela donde luego añadiremos las albóndigas.

Con la salsa casi a punto, recuperamos las albóndigas de la nevera. Enharinamos las albóndigas en un bol mientras calentamos aceite de oliva suave en una sartén aparte, esperando que la temperatura esté a unos 170 ºC. Cuando el aceite esté caliente, vamos friendo las albóndigas por tandas —apenas un par de minutos deberían bastar si boleamos albóndigas de unos 40 gramos— y las escurrimos.

Añadimos las albóndigas a la salsa de almendras y dejamos cocinar unos 10 minutos a fuego suave, suficiente para que cojan sabor y se terminen de hacer. Servimos bien calientes y decoramos, si queremos, con unos trocitos de almendra tostada picada.

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Con qué acompañar las albóndigas con salsa de almendras

Como casi todas las recetas de albóndigas en salsa, lo que mejor las acompaña es un buen pan o unas patatas fritas, aunque también podríamos cocer unas patatas o unos cachelos. Otra opción para aprovechar la salsa es saltear unas verduras, como brócoli, calabacín o zanahoria, y hacer más verde la receta.

Es un segundo relativamente contundente, así que como primero no hace falta complicarse mucho la vida, pues podríamos despachar unos espárragos blancos en conserva, algún aperitivo resultón como una ensaladilla rusa o directamente marchar una ensalada de tomate.

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