Leyenda de las sobremesas y de más de un desayuno, el carajillo ocupa un lugar privilegiado en la cultura cafetera española, donde hemos acabado mezclando café con brandy en este sencillo trago.
También se puede hacer con coñac, el primo francés del brandy, e incluso es común verlo con otros licores como Baileys o Licor 43, pero el auténtico carajillo es con coñac.
Potente y aromático, también es muy frecuente que le añadamos un poquito de canela en rama, una piel de limón o incluso algunos granos de café, que también se tostarán.
En esta ocasión no vamos a hacer el carajillo quemado, sino el carajillo tradicional, aunque si queréis hacer el quemado solo tenéis que quemar el alcohol en la cuchara con la que vayáis a hacer la mezcla.
En una taza de café espresso o vaso corto, ponemos una cucharada de postre de azúcar, una de brandy y lo vertemos sobre el café.
La opción, si queremos un carajillo quemado, es prender fuego con un mechero a la mezcla de azúcar y brandy, añadiéndola poco a poco a la taza de café.
Para terminar, removemos bien y ponemos la ramita de canela y la piel de limón.
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Con qué acompañar el carajillo
Realmente el carajillo no necesita compañía, sino que él es la compañía, como podría pasar con el cremaet valenciano. Como consejo, somos más partidarios de quemar el coñac, pues así quitaremos parte de alcohol al resultado final.
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