Ginebra, tónica y, si acaso, una rodajita de limón. Así se ha tomado siempre el gin & tonic y así era el cóctel original que, según cuenta la historia, se popularizó, primero, entre la Armada británica. Los marineros ya estaban acostumbrados a tomar tónica, una bebida creada por el suizo Johann Jacob Schweppes a partir de quinina, la sustancia que se utilizaba para prevenir la malaria y el paludismo. Mezclar esta bebida amarga con la ginebra era casi de cajón.
Desde que se popularizara en el Reino Unido en los años 30, el gin tonic ha sido siempre un cóctel muy simple. La práctica de aromatizarlo con enebro, flores de hibiscus o anís estrellado en enormes copas de balón es un invento del mundo de la coctelería que, realmente, solo se ha extendido en España.
Nuestro país vivió el boom del gin tonic justo en los albores de la crisis económica de 2008, cuando el mercado de la ginebra y de la tónica empezó a sobredimensionarse (como todo en esa época). Hoy la fiebre ha remitido, pero el gin tonic de grandes dimensiones, más largo de lo que suele ser habitual en el resto de países, sigue siendo un fenómeno puramente español. Tanto es así que se conoce fuera de nuestras fronteras como spanish gin tonic.
Curiosidades aparte, hacer un buen gin tonic no tiene ningún misterio. Más allá de usar una buena ginebra, la que más nos guste, y una buena tónica, debemos respetar las normas de cualquier cóctel: medir la cantidad que echamos de cada bebida y usar bien los hielos y los vasos.
Cierto es que algunos aromáticos pueden darle un toque interesante a nuestro gin tonic, y cada ginebra tiene los suyos, pero hoy solo os voy a dar las pautas más simples para hacerlo en su forma más pura: un trago refrescante, amargo y aromático. Como debe ser.
Ingredientes
- Ginebra 60 ml
- Tónica 120 ml
- Limón
Cómo hacer gin tonic
- Tiempo total 2 m
- Elaboración 2 m
Para hacer cualquier cóctel, y el gin tonic se considera un cóctel, no simplemente un combinado, es importante cuidar las temperaturas.
El gin tonic se mezcla en vaso, no coctelera, así que debemos preocuparnos de que la bebida esté lo más fría posible, pero sin aguar. Para ello, es importante usar buenos hielos, que estén limpios, idealmente comprados de bolsa.
Llenamos el vaso hasta arriba de hielos y, con ayuda de un colador, eliminamos el agua sobrante. Ahora vamos a echar la ginebra. La proporción clásica de ginebra y tónica es de una parte de ginebra por dos de tónica. Para hacer un gin tonic de libro echaremos 60 ml de ginebra y 120 ml de tónica, pero si usamos el típico botellín de 200 ml de tónica, podemos echar 100 ml de ginebra.
Lo ideal al preparar cualquier cóctel que lleve un refresco carbonatado es no perder el gas, para eso se usan las cucharas de coctelería que, supuestamente, ayudan a que no se rompan las burbujas. En realidad es una pijada, con que eches la tónica desde la botella con cuidado y sin mucha altura, es suficiente.
Por último, solo queda el toque del limón. Puedes echar, como se ha hecho siempre, una rodaja de limón, pero es verdad que si queremos liberar todos los aromas es mejor hacer un twist de limón solo con la piel, pues no nos interesa aportar zumo de limón, que añade demasiad acidez, si no solo su aroma.
Kit Nordesiño - 1 botella ginebra Nordés 70cl, 2 copas, 1 jigger y una cuchara removedora
Con qué acompañar el gin tonic
Hacer un buen gin tonic no tiene ningún misterio y no hace falta echarle pepino para que quede de maravilla. Lo mejor para acompañar cualquier cóctel son los buenos amigos, pero si además poner unas almendras fritas o unas patatas chips caseras –no digamos unas patatas suflé– te harán la ola.
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