Esta ensalada nació como una idea improvisada para aprovechar los restos de un lomo entero de salmón que había utilizado para hacer sushi, pero ha quedado tan rica que tenía que publicarla.
Una de las claves de la ensalada es que el salmón está cocinado a baja temperatura en bolsa de vacío, pero se puede hacer perfectamente al horno a la plancha, o aprovechando cualquier resto del pescado ya cocinado. Apuesto, además, a que si se sustituye por una pechuga de pollo también estará buena.
Por lo demás, la gracia de la ensalada reside en su aliño de inspiración tailandesa, para el que necesitaremos salsa de pescado –de venta ya en España en todo tipo de colmados regentados por asiáticos o latinoamericanos– y en las hierbas aromáticas, que se pueden variar al gusto.
En primer lugar, prepara el salmón. Nosotros lo hemos cocinado a baja temperatura, salpimentando el salmón, cerrándolo en bolsa de vacío, y cocinándolo durante 45 minutos a 48,9 ºC. Tras este tiempo, consérvalo en la nevera. Puedes hacer este paso con hasta dos días de antelación. Si no quieres o no puedes cocinar el salmón a baja temperatura, puedes usar cualquier salmón fresco cocinado al horno o a la plancha. Eso sí, es mejor que no esté muy hecho.
En un bote, mezcla los elementos del aliño: la salsa de pescado, el zumo de una lima, la sal, un poco de pimienta negra, el aceite de oliva y una de las chalotas picada muy fina. Reserva.
En una fuente o ensaladera, dispón la lechuga lavada y cortada y los rabanitos, la chalota restante y el pepino cortados en láminas –si tienes rabanos o peninos grandes corta las laminas por la mitad o en cuartos–. Desmenuza el salmón por encima, en trozos irregulares, que quepan en un bocado. Añade el cilantro y el orégano picados (también van bien la albahaca o la menta).
Sirve con el aliño ya mezclado o presentado en el mismo bote, para que se lo echen los comensales a su gusto (así, si sobra, la ensalada aguantará bien para el día siguiente).
Con qué acomopañar la ensalada fresca de salmón
Esta ensalada es muy completa como plato único ligero, para comidas o cenas. Con estas cantidades, comerán bien dos personas. También se puede servir como primer plato de una comida más copiosa, en este caso, para cuatro personas. Si se quiere añadir contundencia se puede servir con unos picatostes. Para beber: un vino blanco tirando a seco o un cava son la mejor opción.
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