Hay recetas que se quedan grabadas en la memoria desde el instante que uno las ve por primera vez. Luego prueba a hacerlas y, están tan ricas, que también quedan grabadas en el paladar, por su sabor intenso y su cremosa textura. Así son los huevos negros rellenos de la vídeo receta de esta semana, con los que vas a dejar de tus comensales con la boca abierta.
El truco para preparar huevos negros es sencillísimo y, cuando lo veas, te vas a asombrar. No necesitas más que una buena cantidad de vinagre de Módena en que sumergir los huevos cocidos y pelados y esperar a que adquieran color. El resultado es impactante y muy, pero que muy, llamativo. Nosotros los hemos rellenado de atún, palitos de cangrejo y gambas, pero puedas utilizar los ingredientes que más te gusten.
Cocemos los huevos durante 10-12 minutos en un cacito con agua, un pellizco de sal y el vinagre de vino blanco. Durante un par de minutos, removemos los huevos en el agua, con sumo cuidado. Con esto conseguimos centrar la yema. Retiramos y refrescamos en agua fría hasta su completo enfríado antes de pelar a conciencia, sin dejar restos de la membrana que los cubre.
Introducimos los huevos en un bote de cristal y agregamos el vinagre de Módena. Cerramos y dejamos reposar en la nevera durante un mínimo de 12 horas y un máximo de 24. Durante este tiempo los giramos un par de veces, para que el color quede uniforme. Retiramos los huevos del vinagre (que podemos reutilizar) y los aclaramos bien para que no queden avinagrados.
Cortamos la parte superior de los huevos y retiramos la yema cocida, reservando un poco para la decoración. La mezclamos con el atún, bien escurrido, los palitos de cangrejo o surimi picados, las gambas picadas y la mayonesa. Sazonamos al gusto e introducimos la mezcla en una manga pastelera. Rellenamos los huevos y decoramos con la yema reservada rallada y el cebollino picado antes de servir.
Con qué acompañar los huevos negros rellenos
Estos huevos negros rellenos están deliciosos con una ensalada de hojas verdes como acompañamiento. Si los servimos como parte de un bufé frío o una mesa de picoteo, quedaremos como auténticos magos de la cocina. El color es sorprendente, pero el sabor resulta insuperable. Veréis cómo se quedan vuestros comensales.
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