La forma más eficaz de hacer un huevo escalfado: en el microondas (y algunas recetas para celebrarlo)

El huevo escalfado, o como gustan decir los hipsters en sus brunch “huevo poché”, es un clásico básico de la cocina, pero muchos rehúyen de él, pues lo consideran una preparación difícil. Nada más lejos de la realidad.

Cierto es que la técnica de escalfado tradicional, que implica introducir el huevo en agua casi hirviendo, requiere de cierta pericia y sin práctica es fácil que nos salga mal. Pero hay una forma mucho más sencilla de hacer estos huevos, cuyo resultado es sorprendente: usar el microondas.

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Solo necesitas una taza, agua, un platito y, claro está, un huevo.

Estos son los pasos que debes seguir:

  1. Rellena la taza de agua (piensa en Arquímedes y no lo hagas hasta el borde)
  2. Introduce el huevo lentamente en el agua, con cuidado de que no se rompa la yema. Asegúrate de que está completamente cubierto de agua (puedes echar más si no lo está).
  3. Coloca encima un plato que sirva de tapa.
  4. Pon la taza en el microondas y calienta el huevo a baja potencia durante 30 segundos. Extrae la taza y observa si la clara ha cuajado, si no es así, vuelve a ponerlo otros 10 o 20 segundos. Repite la operación cuantas veces sea necesario hasta que la clara esté bien hecha. Este proceso solo tienes que hacerlo la primera vez que hagas un huevo escalfado en el microondas, dado que las potencias de unos y otros varían enormemente. Una vez que el huevo esté en su punto, cuenta el tiempo que has necesitado y sabrás los segundos exactos que necesita tu microondas para hacer el huevo escalfado perfecto.
  5. Retira el agua con cuidado de la taza y reposa suavemente el huevo en una cuchara. Voilà.

El desayuno perfecto, la guarnición estrella

El huevo escalfado es ideal para tomar en el desayuno, acompañando a una buena tostada, pero además sirve como el complemento perfecto de una cena (yo lo acompañé, por ejemplo, de unas pencas de acelga con parmesano).

Aunque los puristas se nos echen al cuello, esta técnica nos sirve a la perfección para hacer los famosos huevos Benedict, que no son más que un huevo escalfado, sobre una tostada, acompañada de la popular salsa holandesa y una loncha de jamón, pastrami o salmón.

Los huevos escalfados tienen la particularidad de mantener la yema en su punto justo de jugosidad, y son ideales, por ejemplo, para acompañar una ensalada de quinoa, unos guisantes, unos espárragos trigueros o el típico sofrito de gulas y gambas.

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