La quiche es para los franceses lo que la tortilla de patatas para los españoles. Un plato comodín, fácil y cómodo de preparar, que lo mismo soluciona una cena, que se puede disfrutar a la hora del aperitivo o llevar de excursión. La quiche por excelencia es la lorraine, pero estas tartas saladas admiten todo tipo de ingredientes.
Hoy hemos preparado una quiche de calabacín y parmesano, nos hemos liado la manta a la cabeza y elaborado nuestra propia masa quebrada (el resultado es superior). En los supermercados se pueden encontrar buenas marcas con las que ahorrar algo de tiempo y esfuerzo. Si la compráis hecha, tendréis esta receta lista en un abrir y cerrar de ojos, algo que merece la pena también para recuperar la tradicional quiche Lorraine.
Preparamos la masa quebrada mezclando, la harina y un pellizco de sal con la mantequilla, bien fría, cortada en pequeños dados. Usamos las puntas de los dedos para mezclar, evitando dar calor. Esto es importantísimo. Hay que tocar la masa lo justo, sin pasarse.
Cuando la mezcla se asemeje a un conjunto de migas, agregamos el agua bien fría. Con ayuda del filo de un cuchillo, incorporamos el agua al resto de ingredientes de manera inicial, y terminamos trabajando con las manos. Paramos en el momento en que la masa obtenga un aspecto y textura homogéneos, añadiendo más agua si fuera necesario.
Envolvemos en papel film y guardamos la masa en la nevera durante 30 minutos. Después la extendemos con un rodillo sobre una lámina de papel sulfurizado. Enharinamos el rodillo para evitar que se pegue la masa. Trasladamos la masa a un molde de horno de 14 cm de diámetro, cubriendo bien la base y laterales. Reservamos.
Para el relleno pelamos y picamos la cebolla. Calentamos un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén y pochamos hasta que esté tierna. Retiramos. Doramos el calabacín, cortado en discos, por las dos caras. Usamos aceite según sea necesario. Batimos los huevos y los mezclamos con el yogur, la nata y un pellizco de pimienta.
Montamos la quiche cubriendo la base con la cebolla pochada. Hacemos capas con el calabacín, el queso parmesano y la mezcla de huevo. Terminamos con una capa de queso parmesano. Colocamos la quiche en la parte inferior del horno y cocemos a 200 ºC con calor solo abajo, durante 25-30 minutos o hasta que la superficie esté ligeramente dorada.
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Con qué acompañar la quiche de calabacín y parmesano
Hemos querido aprovechar su temporada para preparar esta quiche de calabacín y parmesano, que podemos servir como plato principal de una comida o como un almuerzo ligero o cena si la acompañamos de una ensalada. Está deliciosa recién hecha o reposada y unas horas después. Tu decides cómo y cuándo comerla.
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