Siempre que voy a Francia acabo comprando revistas o libros de recetas para sacar ideas. Y una de las cosas que más me fascina es ver la cantidad de combinaciones para cocinar con queso que tienen los galos: lo acaban echando a todo. No les culpo.
Hay cientos de formas de preparar los calabacines al horno, pero nunca se me habría ocurrido mezclarlos con queso comté y jamón serrano, como vi en un número especial de verduras de la veterana revista Gourmand.
La receta, que protagonizaba la imagen de portada de la revista, es tan sencilla como pintona. Y no tiene ningún misterio. Eso sí, mejor usar un buen jamón serrano que el jambon de pays típico de Francia que indicaba la receta: es infinitamente mejor el nuestro.
Ingredientes
- Calabacín pequeño 5
- Dientes de ajo 2
- Jamón serrano lonchas 15
- Queso Comté 400 g
- Laurel hojas 3
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Pimienta negra molida
Cómo hacer milhojas de calabacín
- Tiempo total 30 m
- Elaboración 10 m
- Cocción 20 m
Calienta el horno a 180º C. Mientras coge temperatura, lava los calabacines, desecha los dos extremos y córtalos, sin pelar, en láminas transversales.
Cocina las láminas de calabacín en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que estén doradas por ambos lados. Salpimenta y reserva.
Corta el comté en lonchas. Pela los diente de ajo y córtalos en láminas. Una vez esté todo listo, escoge una fuente para el horno y alterna, en vertical, una lámina de calabacín, dos lonchas de jamón serrano, otra lámina de calabacín y una loncha de comté. Repite la operación hasta que se terminen los ingredientes. Por último reparte el ajo laminado entre los ingredientes y pon, encima, un par de hojas de laurel.
Como el calabacín está ya cocinado, basta con tener la bandeja en el horno unos 10 minutos, hasta que el queso se funda y el jamón quede crujiente. Sirve de inmediato.
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Con qué acompañar las milhojas de calabacín
Ni que decir tiene que vais a flipar con esta receta. Además, es perfecta como plato único, si acaso acompañada de unas buenas patatas fritas o una guarnición de arroz blanco.
Está tan buena que, aunque la hagáis entre semana, os recomiendo abrir un vino tinto joven para acompañarla. Le va a ir que ni pintado al plato.
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