Esta receta de pan de avena escocés es de un libro de panes del mundo que me regalaron hace tiempo. Desde entonces le tenía echado el ojo, pero aún no me había animado a prepararla. La Olimpiada de gastronomía británica que hoy empieza en Directo al Paladar ha sido la excusa perfecta para decidirme.
No sé porqué tengo tanto temor a preparar pan. Para mí el tiempo de levado es puro sufrimiento, siempre pienso que la masa no levará lo suficiente y habré hecho el trabajo de amasado para nada. Pero llega el momento del horneado, el aroma empieza a extenderse por toda la casa y me prometo a mi misma que tengo que amasar más a menudo.
Empezamos poniendo la harina de avena y la leche en un cuenco y las dejamos reposar durante cuatro horas.
Mientras, ponemos las harinas en un bol grande junto a la levadura, la sal y el azúcar, mezclando bien. En un cacito calentamos la miel y la mantequilla durante uno o dos minutos, hasta que se hayan derretido pero sin que lleguen a hervir.
Hacemos un hueco en el centro de la harina, vertemos en él la miel con la mantequilla, seguido de la harina de avena con la leche. Mezclamos con una mano hasta formar una masa blanda. La vertemos sobre una superficie de trabajo y amasamos unos diez minutos, hasta que esté suave y elástica.
Colocamos la masa en un cuenco limpio, la cubrimos con un paño húmedo y la dejamos fermentar hasta que doble su volúmen. Después, la sacamos y la amasamos para extraer el aire. Le damos forma, la colocamos sobre la bandeja de hornear y la rociamos con agua. Por último, la espolvoreamos generosamente con harina de avena (yo lo hice de copos de avena), dejándola reposar nuevamente durante una hora.
Precalentamos el horno a 220 ºC y horneamos la masa durante diez minutos. Reducimos la temperatura a 180 ºC y terminamos de cocer el pan durante media hora o hasta que esté dorado. Lo dejamos enfriar sobre una rejilla antes de comerlo.
Con qué acompañar el pan de avena escocés
Esta receta de pan de avena escocés es perfecta para mí, que soy una auténtica perezosa para amasar. No tenía harina de avena así que trituré copos de avena. El resultado no pudo ser mejor: una corteza crujiente y una miga blandita, como a mi me gusta. Me costó contener a mis hijos para que no se lo comieran caliente.
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