Esta receta de pizza hawaiana convencerá incluso a los que odian la piña

Para hacer esta pizza partimos de una masa de pizza casera o, en su defecto, de una masa refrigerada del super (aunque, claro, no estará tan buena).

Lo primero que debemos hacer es encender el horno a máxima potencia. Como siempre que hagamos pizzas caseras, lo ideal es contar con una piedra para el horno, que hará que queden más crujientes. Así que vamos calentando todo. Pero para esta receta usaremos el horno en otra elaboración, pues vamos a asar la piña y la cebolla previamente.

Para ello, pelamos y cortamos la piña en trozos pequeños, así como una cebolla dulce, que cortamos en juliana por la mitad. Esto lo vamos a asar en una fuente para horno o una sartén de hierro, que es cómoda porque podemos colocar encima de la piedra sin que deje de calentarse. Es importante no echar demasiada cebolla o piña, para que se caramelice bien por los bordes, lo que llevará unos diez minutos.

Cuando este listo, sacamos la sarten o fuente y reservamos. Vamos a hora a montar la pizza. Disponemos la masa en la encimera y le damos forma, con un rodillo si queremos una pizza más fina y crujiente o solo con la mano si buscamos un tipo de pizza más napolitana.

Hacemos ahora nuestra pizza echando primero el tomate (nosotros usamos directamente un buen tomate triturado o, si encontramos, passata italiana), la mozzarela que hemos secado un poco previamente para eliminar el exceso de agua, un poco de queso grana padano, parmesano o pecorino romano rallado, un poco de jamón York y, por últmo, la piña y la cebolla que hemos sacado del horno. Como en todas las pizzas, no nos interesa cargarla demasiado de ingredientes, pero es cuestión de gustos.

Una vez montada la pizza, la metemos sobre la piedra a máxima potencia. Dependiendo de vuestro horno estará lista entre 3 y 5 minutos. Debemos sacarla cuando veamos los bordes bien cruijientes. ¡Y a disfrutar!