Esta receta de mejillones rellenos de marisco me la explicó mi pescadera la última vez que fui al mercado y nos gustó mucho a todos. Además, tiene la ventaja de que puede prepararse una cantidad mayor y congelarse, así después sólo habrá que hornearlos antes de llevarlos a la mesa, con lo que podemos ahorrar mucho trabajo de última hora.
Fueron uno de los entrantes que preparé para la comida del día de Navidad del año pasado, pero pueden también servirse como primero si se acompañan de una ensalada verde. El rellenado de los mejillones es la tarea más pesada de esta receta, pero por lo demás es muy fácil de hacer.
Empezamos limpiando los mejillones, los ponemos en una cazuela con un poco de agua, tapamos la cazuela y la ponemos a hervir hasta que el vapor del agua abra los mejillones. A continuación retiramos los mejillones y los picamos menudos. Pelamos las gambas y las picamos menudas (la cabeza y las cáscaras las podemos guardar para otra receta).
Poner la mantequilla en una cazuela a fuego lento y esperar a que se derrita. Echar la cebolla muy picada, removiendo para que se dore bien por todos lados. Añadir la harina poco a poco, sin dejar de remover con unas varillas, hasta que se mezcle muy bien con la mantequilla. Subir un poco el fuego, añadir la leche, de sal, nuez moscada y pimienta, sin dejar de remover hasta obtener una bechamel espesa.
Mezclamos la salsa bechamel con los mejillones y las gambas. Con ayuda de una cuchara vamos rellenando los caparazones de los mejillones y los espolvoreamos con pan rallado. Hornear unos 15 minutos a horno precalentado a 180ºC y por último gratinamos hasta que la superficie quede dorada. Servir enseguida.
Con qué acompañar los mejillones rellenos de marisco
Para disfrutar plenamente de esta receta de mejillones rellenos de marisco lo mejor es servirla enseguida de sacarla del horno, pues caliente es como la bechamel queda más sabrosa. La buena noticia es que pueden recalentarse en el último momento justo antes de llevarlos a la mesa.