Aunque su temporada empieza en primavera y termina en otoño, los mejores meses para disfrutar de la sardina son julio y agosto. Hoy las vamos a cocinar con una fritura de manera sencilla y básica, que es como más nos gustan en casa y como más las disfrutamos. Al ser una elaboración básica en la que la sardina brilla por sí sola es clave que esté bien fresca, así que hazte con ejemplares que tengan los ojos brillantes y sin manchas de sangre, las agallas rojizas, la carne firme y la piel brillante y resbaladiza.
Puedes pedir a tu pescadero de confianza que te las limpie, pero también lo puedes hacer en casa. Es muy sencillo. Lo primero es retirar las escamas raspando los lomos con el lado romo de un cuchillo, con mucho cuidado para no dañar la piel. Después hay que quitar las cabezas y las tripas, introduciendo el dedo a lo largo de la espina salen solas. A mi me gusta dejar el espinazo porque aporta sabor, aunque luego no lo comemos, pero la cosa va en gustos, más aun cuando hablamos de pescaíto frito.
Una vez limpias solo queda lavarlas con un poco de agua fría y secarlas bien. Así quedarán más crujientes tras su paso por la sartén pues la capa de rebozado no se humedece. Y sobre esto último, mi recomendación es usar una mezcla de harina de trigo y harina de garbanzo, que queda muy crujiente. Hay harinas especiales para frituras que también funcionan genial, pero si solo tienes harina común, adelante con esta receta de sardinas fritas. Quedan también muy ricas.
Aunque va en gustos —y en presupuestos— para este tipo de recetas como las sardinas al horno asadas, las sardinas fritas, a la plancha o en espeto siempre recomendamos que sean sardinas de buen calibre, pero ya decimos que va en gustos.
Limpiamos bien las sardinas retirando las escamas, las cabezas y las vísceras. Las lavamos bajo un chorrito de agua fría y las secamos con papel absorbente para retirar toda el agua. Por último las salamos al gusto. Mezclamos los dos tipos de harina y rebozamos las sardinas en ellas. Para retirar el exceso de harina las cogemos de las colas y les damos unos golpecitos con suavidad.
Calentamos abundante aceite de oliva en una sartén -la temperatura ideal es de 175ºC-180ºC- y freímos las sardinas durante un minuto por cada cara o hasta que estén doradas y crujientes. Si son muy grandes puede que necesites un poco más de tiempo. Al retirarlas de la sartén las escurrimos sobre papel absorbente unos minutos y las servimos inmediatamente.
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Con qué acompañar las sardinas fritas
Las sardinas fritas se pueden acompañar de patatas nuevas cocidas pequeñas o asadas en rodajas y bien aliñadas. Una buena ensalada mixta o salmorejo son también buenas opciones, así como cualquier guarnición de verduras que nos apetezca. Un buen pan, fruta y algo de vino fresco -a quien guste- y ya tenemos un menú de lujo de aire muy veraniego.
En DAP | Sardinas a la plancha
En DAP | Escabeche de sardinas