Preparar nuestra propia salsa de tomate es una tarea muy sencilla y que merece la pena repetir casi cada semana. Es una de esas cosas que nunca deberían faltar en la nevera de cada casa, muy versátil y con multitud de aplicaciones en la cocina. Aunque las de bote sean muy socorridas, una vez aprendes a hacer tu salsa de tomate casera ya no hay vuelta atrás.
Es un paso más allá del tomate frito, una salsa básica enriquecida con hortalizas que aportan mucho sabor y ayudan a dar una buena textura. Se puede aromatizar con hierbas frescas, dar un toque picante o emplear otras verduras, según temporada o gustos. Podéis hacer varios tipos de salsas y congelarlas en botes, para tener siempre a mano.
Ingredientes
- Tomate maduro tipo pera 2 kg
- Zanahoria 3
- Pimiento verde 2
- Cebolla grande 1
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Azúcar (opcional)
Cómo hacer salsa de tomate casera
- Tiempo total 2 h 15 m
- Elaboración 15 m
- Cocción 2 h
Lavamos y secamos los tomates. Les sacamos alguna parte, si es necesario o está fea, y los troceamos. En una cazuela ponemos un poco de aceite de oliva a fuego medio. Echamos la cebolla y los pimientos cortados en juliana, y las zanahorias en rodajas finas.
Rehogamos todo hasta que la cebolla coja color marroncito, así la salsa tendrá más sabor. Añadimos el tomate troceado y dejamos a fuego lento, removiendo de vez en cuando, durante una hora.
Pasamos la salsa por el pasapurés y volvemos a poner al fuego. La dejaremos durante otra hora más, teniendo cuidado de que no se pegue. Salamos y echamos una pizca de azúcar si nos resulta muy ácida.
Apagamos el fuego, rellenamos los botes con la salsa de tomate y dejamos destapados hasta que se enfríen totalmente. Si queremos congelar los botes dejaremos un espacio de dos centímetros hasta el borde, ya que al congelarse el líquido aumentará su volumen y de este modo evitamos que el frasco reviente.
Con qué acompañar la salsa de tomate
Esta salsa de tomate casera es perfecta para tomar con todo tipo de platos de pasta o albóndigas, pero también es muy útil para múltiples guisos, entre ellos los de legumbres, por ejemplo. Solo tenéis que añadir una cucharada de salsa y enriqueceréis notablemente la receta.
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