Me ha faltado tiempo para preparar estos tomates cherry asados a las hierbas provenzales. Ayer los caté por primera en casa de una buena amiga, quien los sirvió como aperitivo de una fabulosa comida, y hoy me he animado a prepararlos. Pero con la salvedad de que yo los he servido como guarnición del plato principal de nuestro menú casero.
La receta original de mi amiga se elabora con orégano seco, pero yo he usado hierbas provenzales en su lugar. El resultado es igualmente bueno, así que intuyo que estos tomates cherry asados a las hierbas provenzales admiten otras hierbas secas, como tomillo, romero, albahaca, salvia, etc. Los matices de sabor serán distintos, eso sí, pero es una receta genial para adaptar al gusto de cada cual o a lo que se tenga a mano en la despensa.
Lavamos los tomates cherry, los cortamos por la mitad y los colocamos sobre una fuente apta para horno. Espolvoreamos con la sal de ajo (o ajo granulado) y las hierbas provenzales. Rociamos con el aceite de oliva y asamos en el horno a 180ºC, con calor arriba y abajo, durante 30 minutos.
Como esta receta es tan corta, os voy a contar un truco para cortar varios tomates cherry al tiempo en un abrir y cerrar de ojos, que aprendí hace poco. Tan sólo se necesitan dos platos lisos iguales, de tamaño suficiente para dar cabida a todos los tomates cherry juntos, que ni bailen ni estén espachurrados, y un cuchillo largo bien afilado (tipo jamonero).
Colocamos los tomates sobre uno de los dos platos y, encima, colocamos el otro plato al revés. En el espacio que queda entre los dos platos, introducimos el cuchillo y lo deslizamos de un lado a otro, moviendo hacia adelante y hacia atrás. Cuando levantemos el plato superior, nos encontraremos con todos los tomates cherry partidos por la mitad.
Con qué acompañar los tomates cherry asados a las hierbas provenzales
Estos tomates cherry asados a las hierbas provenzales son una guarnición perfecta, bien fácil de elaborar, para todo tipo de carnes o pescados. También se pueden tomar por si solos y hacerlos protagonistas de una tosta de buen pan, por ejemplo. Se pueden consumir en caliente o en frío, aguantan varios días en la nevera y son muy versátiles.