Baleada hondureña, esta es la receta base que puedes enriquecer al gusto (aunque tal cual ya es deliciosa)

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La baleada es una de las elaboraciones más tradicionales y representativas de la gastronomía hondureña. Una opción perfecta para desayunos, cenas o incluso como un tentempié. Es el pilar de la cocina callejera y popular del país y, aunque recuerda a muchos platillos de la comida mexicana, como los tacos o las quesadillas, ésta tiene personalidad propia.

En su forma más básica, que es la que he preparado, se arma con tortilla de trigo, doblada a la mitad, rellena de frijoles fritos, preferiblemente rojos, y queso rallado tipo latino. Tal cual ya es deliciosa, pero admite muchos más ingredientes de relleno (aguacate, huevo frito, chorizo,...) y se puede hacer lo contundente que se desee.

La clave de la popularidad de la baleada es su sencillez de preparación y versatilidad a la hora de elegir rellenos. Se pueden hacer de cero, preparando las tortillas de harina de trigo y los frijoles fritos como he hecho yo (es muy fácil). Aunque si buscas simplificar la receta, no dudes en comprar ambos ingredientes listos para usar. Los venden en cualquier supermercado.

Ingredientes

Para 4 unidades
  • Alubias rojas cocidas en conserva (para los frijoles fritos) 200 g
  • Chile molido (para los frijoles fritos) 5 g
  • Aceite de girasol (para los frijoles fritos) 25 ml
  • Harina de trigo (para las tortillas) 120 g
  • Aceite de oliva suave o margarina (para las tortillas) 25 ml
  • Agua aproximadamente (para las tortillas) 60 ml
  • Sal (para las tortillas) 3 g
  • Levadura química un pellizco (para las tortillas)
  • Mantequilla (para la mantequilla hondureña) 10 g
  • Crème fraîche o crema agria (para la mantequilla hondureña) 50 g
  • Queso fresco latino rallado 40 g

Cómo hacer baleada hondureña

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total 30 m
  • Elaboración 20 m
  • Cocción 10 m

Para la mantequilla hondureña. Mezclamos poco a poco la mantequilla, que habrá de estar a temperatura ambiente, con la crème fraîche. La reservamos en la nevera hasta el momento de montar las baleadas.

Para los frijoles fritos. Escurrimos las alubias del líquido de la conserva, pero reservamos este para ajustar el punto de espesor más adelante. Calentamos el aceite de girasol en una sartén, le agregamos el chile molido y, acto seguido, incorporamos las alubias y sazonamos.

Removemos al tiempo que aplastamos las alubias cocidas con un machacador o con un tenedor. Incorporamos parte del líquido reservado hasta obtener un puré suave y cremoso, pero compacto. Ya tenemos los frijoles fritos listos para usar. Los podemos dejar reposar y ponernos con las tortillas.

Para las tortillas de trigo. Tamizamos la harina con la sal y la levadura química. Añadimos la margarina en trocitos y mezclamos hasta que queden una especie de migas. Si utilizamos aceite de oliva lo unimos con normalidad, mezclando con la harina.

Poco a poco vertemos el agua que debe estar ligeramente tibia. La cantidad puede variar ligeramente según el porcentaje de absorción que tenga la harina utilizada, así que puede ser un poco más o menos. La agregamos poco a poco y para no pasarnos. La masa ha de quedar ligeramente pegajosa, pero manejable.

Dividimos la masa en cuatro partes iguales, las cubrimos con papel film y dejamos reposar media hora. Estiramos cada porción con un rodillo y la trabajamos con las manos, pasándola de una a otra, hasta que esté bien fina. Cocemos las tortillas en una plancha caliente, por las dos caras, volteándolas cuando se hinchen y se formen burbujas en la superficie.

Untamos la mitad de cada tortilla con un par de cucharadas de frijoles fritos calientes, dejando un pequeño borde para evitar que se salga al doblarlas, y cubrimos con queso rallado. Extendemos una fina capa de mantequilla hondureña en la otra mitad de la tortilla y doblamos. Las servimos inmediatamente mientras aún están calientes.

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Con qué acompañar la baleada hondureña

Está deliciosa tal cual, sin más florituras. No obstante, aunque no sea lo más ortodoxo, la baleada hondureña se puede acompañar de un guacamole casero o un pico de gallo. Ambas salsas aportan un toque de sabor y textura extra que no hace sino enriquecer la experiencia.

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