Aunque por fin parece que llega el verdadero otoño, aún quedan algunas hortalizas de verano que están viviendo sus últimos coletazos. La receta que os proponemos hoy para cenar es ideal para unir ambos mundos: una crema de tomate, zanahoria y jengibre.
La acidez del tomate, la dulzura de la zanahoria y el toque picante y fresco del jengibre funcionan a la maravilla en una elaboración tan original como fácil de preparar.
Para hacer esta crema solo necesitarás tomates, zanahorias y un poco de jengibre fresco rallado o, si no tienes a mano, seco en polvo. El primer paso es lavar y picar los tomates, y pelar y trocear las zanahorias. Luego, en una olla, se fríen los tomates a fuego lento, añadiendo las zanahorias poco después. Una vez que las verduras estén tiernas, se agrega el jengibre, se rectifica de sal y se tritura todo hasta obtener una crema suave. Como añadido opcional, un toque final que sorprende es una cucharada de mermelada de arándanos en el centro del plato, un contraste dulce que le va de maravilla a esta crema.
Nutricionalmente hablando, esta crema es una bomba de vitaminas y antioxidantes, gracias a las zanahorias y los tomates. Además, el jengibre no solo aporta un sabor exquisito, sino que también es conocido por sus propiedades antiinflamatorias y digestivas. Es una cena ligera, pero repleta de nutrientes esenciales.
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Si buscas variar un poco, hay un mundo de posibilidades. Por ejemplo, puedes añadir un toque de nata para una textura más cremosa, o incluso cambiar el jengibre por un poco de curry, lo que le dará un sabor completamente diferente. Además, como a cualquier crema, le irá bien algún toque crujiente, ya sea unos frutos secos o unos picatostes caseros.
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