Estas tortillas con quesillo han sido todo un descubrimiento. Son básicas, pero deliciosas y muy fáciles de preparar. Para elaborarlas desde cero hay que hacer la masa de las tortillas de maíz y darles forma con el truco que te cuento más abajo. También puedes comprar las tortillas de maíz, pero no quedarán iguales porque son demasiado finas.
En cualquier caso, yo te recomiendo que las hagas en casa. La mezcla de la masa se hace en un santiamén y cuesta lo mismo (o menos) que aprenderse la tabla de multiplicar del uno. Solo hay que mezclar harina y agua, dejar reposar unos minutos y punto. Verás qué diferencia tan grande hay con las compradas. Años luz.
A la hora de servirlas conviene que, además del chimbolito -o picadillo de verduras crudas- lleven algún tipo de salsa para mojar en ella las tortillas. La más común es la salsa de tomate, chile serrano, ajo y cebolla, para la que se tuestan previamente las verduras, luego se trituran y, por último, se sofríen hasta obtener el espesor deseado. Se termina condimentando al gusto con orégano, sal, pimienta negra o las especias que más gusten.
Para la masa de las tortillas mezclamos el agua (resevando un poco para ajustar la consisntencia final) y la harina en un bol y removemos hasta obtener una masa homogénea. Al principio podremos trabajar la masa con una cuchara, pero irá cogiendo consistencia y necesitaremos terminarla con las manos. Cubrimos la masa con un paño y dejamos que repose una media hora. Es importante que quede húmeda y pegajosa (para que luego sea más fácil de manipular) pues con este reposo se secará ligeramente.
Aprovechamos este rato para rallar los quesos. Yo he usado cheddar y fresco latino, pero se puede usar cualquiera que tengáis a mano. Lo importante es que sea graso (al menos uno de ellos si usáis varios) para que funda bien. Lavamos también y picamos el tomate, el chile, el pepino, los rabanitos y el cilantro. Los condimentamos con zumo de limón (o lima), sal, pimienta y comino molido al gusto y reservamos en la nevera.
Dividimos la masa en 12 partes iguales y les damos forma de tortita, con un grosor de un par de milímetros. Yo me he ayudado del rodillo, estirando la masa sobre un tapete de silicona y cortando cada tortita con un aro de emplatar. El proceso se simplifica mucho, sobre todo para quienes no tenemos la destreza de quienes llevan años haciendo estas elaboraciones.
Calentamos bien una plancha y cocemos en ella las tortillas, un par de minutos por cada lado. Después la retiramos y las dejamos enfriar. Colocamos una cantidad generosa de queso sobre seis de ellas y las tapamos con las otras seis, a modo de sándwich. Las freímos en una sartén con un poco de aceite, un minuto por cada cara. Cuidado al darles la vuelta, que se desmoronan con facilidad.
Servimos las tortillas con quesillo inmediatamente, recién hechas son una delicia, acompañadas del chimbolito que tenemos reservado en la nevara y, si nos hemos animado a preparala, también de la salsa de tomate y chile serrano.
Con qué acompañar las tortillas con quesillo
Hay dos acompañamientos perfectos para las tortillas con quesillo. Por un lado el chimbolito, que es un picadillo de verduras crudas -que admite muchas combinaciones- y por otro la salsa de tomate y chile serrano. En esta última se pueden mojar las tortillas, aportando un plus de sabor y mayor jugosidad a cada bocado. Sírvelas recién hechas, cuando el queso está aún caliente. Son un bocado exquisito.
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