Atrás quedó el tiempo en el que Telepizza dominaba sin apenas rivales el jugoso mercado del envío de pizzas a domicilio en España. De un tiempo a esta parte, han ido llegando a nuestro país todas las grandes cadenas de pizza estadounidenses –Domino's, Pizza Hut (que durante un tiempo estuvo perdida en combate), Papa Johns...– que compiten con las empresas locales, como Pizzerías Carlos. Pero aún faltaban actores importantes.
En diciembre de 2019 se inauguraron en Madrid los primeros locales de Little Caesars que es, tras Pizza Hut y Domino's, la tercera cadena de pizzas más grandes de EEUU.
Fundada en 1959, Little Caesars fue la apuesta personal del segunda base de los Tigres de Detroit, Michael 'Mike' Ilitch después de dejar el béisbol. Con la ayuda de su esposa, Marian, abrió su primera pizzería que enseguida se hizo famosa por su rompedor precio y su explícito lema “Pizza! Pizza!” con el que se anunciaba un pionero 2x1.
Hoy Little Caesars cuenta con más de 5.000 restaurantes en todo el mundo repartidos, principalmente, por América y Oriente Medio. España ha sido el país elegido por la cadena para aterrizar en Europa. Su intención, explicaba en El Economista el vicepresidente de la compañía, Andrés de Robina, es abrir pronto en Portugal y seguir inaugurando franquicias hasta tener más de 50 restaurantes en los próximos cinco años.
¿Está buena la pizza?
El negocio va viento en popa pero ¿qué tal las pizzas?
En Estados Unidos y Latinoamérica, las pizzas de Little Caesars son conocidas por estar entre las más baratas y por su servicio “hot and ready”: la pizza de pepperoni, la más popular, está siempre haciéndose, por lo que se puede comprar en el acto en cualquiera de los restaurantes. Así ocurre también en España.
Sabes que no es bueno, pero está bueno
Lo que más sorprende aquí son los precios. En el escueto menú solo encontramos pizzas medianas (de tamaño similar a las de todas las cadenas) que cuestan entre los 5€ de la margarita, los 6€ de la pepperoni y los 9€ de las pizzas más especiales, como la barbacoa o la chicken supreme. En comparación, el equivalente en el resto de cadenas no baja de los 13 euros.
Las pizzas de Little Caesar tiene una masa gordita y esponjosa, muy panarra, similar a la de Pizza Hut. Como se puede averiguar observando el suelo de las pizzas, se cocinan en bandejas, por lo que la masa además de hornearse se fríe ligeramente. El conjunto es tan grasiento que las cajas de cartón en la que llegan a casa aguantan de milagro. Pero, dicho esto, y a sabiendas de que hablamos de comida obesogénica de la que más valdría mantenernos alejados, algunas de las pizzas están asquerosamente buenas.
Para probar las pizzas optamos por la clásica de pepperoni (6€), la cuatro quesos deluxe (7€) y la chicken supreme (9€). Y, curiosamente, la que más nos gustó, de largo, fue la más barata.
La pizza de pepperoni es una gochez importante: la grasa del abundante pepperoni, bastante picante, impregna toda la masa, que casi se fríe en el horno, por lo que sabe un poco a churro. Sabes que no es bueno, pero está bueno.
La pizza de queso también está rica, pero no sé en qué momento se me ocurrió que era buena idea pedir una pizza de pollo, que siempre son un fracaso. Esta no es una excepción: el pollo está tan seco que sabe a cartón.
Gochez a precio de saldo
Las pizzas de Little Caesar no saldrán jamás en las listas de las mejores pizzas, ni falta que hace: hablamos de comida rápida low cost. Pero hay momentos en los que apetece guarrería, y la pizza de pepperoni de 6€, hay que reconocerlo, es imbatible: para mí la mejor de estilo americano que he probado en España, por menos de la mitad de lo que cuestan en el resto de cadenas.
El resto de las pizzas valen menos y, en general, se nota que los ingredientes y la masa son de peor calidad que en muchas otras cadenas. Ahora bien: la masa más panificada aguanta genial hasta el día siguiente, así que están genial para desayunar. Ahí lo dejo.
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