Quizás os pueda parecer exagerada pero las estanterías de los supermercados cada vez me recuerdan más a una oficina de farmacia, y es que en nuestra vida han entrado con fuerza los llamados alimentos funcionales, aquellos que vienen cargados de sustancias que ofrecen características saludables añadidas a lo que ya es el producto en sí.
Irrumpieron con fuerza en los supermercados, aprovechando el vacío legal que existía, y se quedaron con leyendas como “rico en vitaminas”, “bueno para el control del peso” o “reduce el colesterol” entre otras, formando parte de las etiquetas de los productos que metemos en nuestra nevera y despensa.
Pero ¿hasta qué punto es todo esto cierto? Pues no lo sabemos como consumidores, y nos tenemos que fiar de grandes marcas que avalan estos productos supuestamente saludables. Pero para protegernos del fraude y realizar una compra sin engaños la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que llevaba más de seis años trabajando en este tema, el pasado 25 de mayo ya emitió dictamen a través de un Reglamento. Se han fijado los requisitos que deben de presentar estos productos, que tendrán que demostrar con estudios científicos las citadas propiedades para poder ponerlas en su etiqueta.
Han sido por parte de los países europeos más de 44.000 las solicitudes presentadas, algunas repetidas, y muchas desmontadas por falta de rigor científico. Al final se han autorizado 222 alegaciones que permitirán utilizar las vitaminas, nutrientes esenciales o minerales en las etiquetas de muchos productos, siempre y solamente compuestos que se consideran necesarios para el correcto funcionamiento del organismo.
Famosos productos con la frase incorporada “ayuda a tus defensas”, a partir de ahora tendrán que convencernos de sus bondades con otros ingredientes como la vitamina B6, que ya incluía en su producto, y que según la Unión Europea es necesaria para nuestro sistema inmunitario. Quedando también desmontadas entre otras propiedades saludables, la soja que nos ofrecían los yogures, leches y otros productos en su lucha contra el colesterol, las enfermedades vasculares y coronarias.
Seis meses de adaptación es lo que permitirá la Unión Europea a la industria para ir acoplandose a la nueva normativa. Normativa, que entrará en vigor en diciembre, y que será variable a medida que las marcas presenten estudios con rigor científico acerca de los productos saludables que fabriquen y sus alegaciones.
Este reglamento será un gran avance para todos los consumidores, pues evitará se produzca el engaño en estos productos que ya forman parte de nuestra compra diaria. Pero esta lista también proporciona seguridad jurídica a los fabricantes de alimentos, acerca de las declaraciones de propiedades saludables y sobre lo que pueden o no pueden hacer en su industria.
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