La hambruna vuelve a África. Es un mal recurrente que aparentemente no tiene solución. Identificar una única causa sería complicado, pero hay una que es cada vez más clara. El hecho de que los alimentos se hayan convertido en algo con lo que especular. Las materias primas, y con ellas los alimentos, se han convertido en un valor refugio para muchos inversores. Esto no ha ocurrido de una forma casual, toda historia tiene un comienzo….
Mercados de alimentos a futuros (simplificado)
La especulación con los alimentos siempre ha existido y además, es necesaria en el mundo en el que vivimos. Me explico. Cuando un agricultor cultiva un campo, no puede saber a priori a qué precio le van a comprar la cosecha, así que asume un riesgo. Cuando recolecta, se puede encontrar con la desagradable sorpresa de que lo que ha cultivado le cuesta más de lo que ha invertido por ello. Es ahí donde entran los seguros agrarios y cierta especulación.
El mecanismo sería el siguiente: No te preocupes, nosotros te garantizamos que te compramos el kilo de lo que produzcas a X. Si baja por debajo, tu cobrarás X, y si sube, tu te llevas X+La subida, y nosotros nos quedamos con una parte. Esto da la garantía al productor de que siempre va a producir a un precio mínimo, y a la sociedad en general de que siempre vamos a tener producción más o menos constante.
¿Qué hace la “aseguradora” si el precio de venta es menor que X? Pues almacena el excedente, y cuando suban los precios lo vuelve a poner a la venta. Con muchos agricultores asegurados y un buen silo, puede ser un buen negocio. De hecho, este mecanismo garantizó una estabilidad de precios de los alimentos durante mucho tiempo. Para que os hagáis una idea sería como una presa, pero en vez de agua, tendríamos alimentos.
Los mercados financieros entran en juego
Había compañías especializadas en este tipo de negocio, pero que también conocían el mundo alimentario. Ponían en contacto el mercado de compra-venta de materias primas con los agricultores.
Pero todo cambió en el año 2000. En ese momento hubo un crack en la bolsa, debido a las empresas .com, muchas acciones se desplomaron, y con ellas muchos fondos de inversión y pensiones perdieron dinero. Fue en ese momento, e impulsados por los gobiernos, cuando se empezó a mirar a los alimentos como refugio de inversión. Históricamente, sus fluctuaciones de precios eran independientes de las acciones y así se diversificaba el riesgo.
Se abrió la puerta a que los grandes fondos de inversión pudieran entrar en este negocio. ¿Y cómo? Pues con lo que se conoce como mercado a futuros. Es decir, a futuro (dentro de N meses) creo que el trigo valdrá X y compro N papeles diciendo que valdrá X, imitando (y no es casual la elección del término) cómo funcionan los mercados reales explicados antes. El problema con esto es que estos fondos, no se juegan la piel en ello, es decir, no almacenan grano, solo compran papeles.
Estos mercados basan sus precios en índices (ver más abajo) que no solo incorporan alimentos, y que como se puede observar en la siguiente gráfica, se correlacionan muy bien con la cantidad de inversión que se ha ido incorporando en ellos. A más dinero, más han subido estos índices. Índices, por cierto, que crean empresas como Goldman & Sachs.
Si el precio baja no se “comen” el excedente, pueden perder dinero, pero está limitado y además hay otros productos financieros (seguros) que les pueden cubrir. Esto puede crear, y así lo ha hecho, una espiral especulativa sobre los precios de los alimentos como podéis ver en la siguiente gráfica.
Es un negocio lucrativo. Tal y como están las bolsas, es un valor de refugio, pero ese refugio es a costa de miles de personas, para las que un incremento del 120% en el precio del arroz o el trigo es una auténtica tragedia. Por ejemplo, en Camerún, una familia emplea el 50/60% de sus ingresos en comida, nosotros apenas el 20% (gracias en parte a los subsidios de la EU que son la parte del león del presupuesto europeo).
La desnutrición es una tragedia que va más allá de la pérdida de vidas humanas. El hecho de que miles de niños estén desnutridos, conlleva unas graves carencias nutricionales, que también afectan a sus desarrollo intelectual. Por ejemplo, la carencia de ácidos grasos omega-3 para una óptima función cerebral. Si ni siquiera pueden comprar grano, para qué pensar en alimentos nutricionalmente más densos.
El aumento del consumo por China e India
Un argumento habitual de quienes defienden la utilidad estos fondos, es que la demanda mundial de alimentos se ha disparado por culpa de China y de la India y no por la especulación. Es cierto, pero solo en parte. Los datos actuales no avalan del todo esa hipótesis, y no justifican por sí solos la subida en el precio total.
Un aspecto que también podría estar jugando un papel importante en la subida de precios de ciertos alimentos, es la producción de biocombustibles (bioetanol o biodiesel), masivamente subvencionada en algunos países.
Como digo, los mecanismos a futuro que funcionaban antes eran importantes, porque en sociedades tan especializadas como las nuestras, en las que la población agraria es un porcentaje pequeño del total, necesitamos cierta estabilidad en la producción para garantizar el abastecimiento. Esos mecanismos, garantizan ingresos al agricultor, beneficio al asegurador y abastecimientos a la población.
El grave problema es que desde principios de siglo, se ha abierto la puerta a gente que no es del negocio. Ellos solo ven números en una pantalla de ordenador, y jamás verán o han visto un grano de arroz o trigo en la realidad. En realidad, se ha mezclado la inversión y controlada especulación productiva (los graneros y los stocks) con la inversión de índices y mercados. El problema es que la naturaleza tiene sus ritmos, que dejan de formar parte de estos índices de mercado.
Lo único que cuenta para muchos especuladores, son sus opciones a futuro, es decir lo que creen o esperan que ganarán. No tienen silos, no almacenan el grano, no conocen a los agricultores, no les transmiten información de cómo van los precios y por supuesto, nunca, nunca, nunca, pasan hambre.
Millones de personas, sí.
Imagen vía | FAO, por IFRC
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