Las dietas que eliminan casi por completo los cereales o los granos y sus derivados son la última tendencia al momento de cuidar la salud y/o perder peso, sin embargo, ¿es sostenible y natural una dieta sin granos?
Comer sin gluten, llevar una dieta basada en proteínas y grasas y reducir al máximo la ingesta de harinas, pastas, legumbres y otros productos semejantes se han vuelto los recursos más valorados al momento de adelgazar o de cuidar la salud del organismo, sin embargo, ¿son estas estrategias útiles y sostenibles?
Dieta sin granos en nuestra vida diaria
Si elegimos eliminar el gluten de la dieta aun así tenemos cereales que podemos consumir, mientras que si decidimos llevar una dieta sin granos, probablemente nuestra vida diaria deba cambiar por completo.
¿Os imagináis un desayuno sin avena o sin tostadas? ¿Con qué acompañaría una carne si no es con verduras? o ¿cómo realizaría un bocadillo o una hamburguesa?
La realidad es que estamos muy habituados a ingerir granos y sus derivados, pues en casi todas las comidas solemos incluir los mismos o emplear en la cocina harinas, cereales, pan o semejantes, por lo tanto, si desearemos llevar una dieta sin granos, toda nuestra alimentación e incluso la rutina diaria cambiaría por completo.
No sólo estaríamos eliminando una de las principales fuente de energía de la dieta sino que además, estaríamos evitando ingredientes populares y culturalmente aceptados en todo el mundo, por lo tanto, sin duda nuestra cocina y el modo en que nos alimentamos sufriría un gran cambio.
Esto no sólo puede demandar más planificación en nuestra dieta para evitar que falten hidratos de carbono que son el principal sustrato energético de nuestro cerebro y que, en caso de eliminar los granos deberíamos cubrir con otros alimentos tales como frutas y verduras, por ejemplo, sino además, implicaría un gran trabajo al momento de alimentarnos.
En un restaurante, en un evento familiar o con amigos en los que no somos nosotros quienes elaboramos la comida, siempre solemos encontrar platillos con algo de granos y sus derivados, por lo que también podemos imaginar lo difícil que sería erradicar por completo estos ingredientes de la dieta y sostener este modo de alimentación en el tiempo.
También sería muy complejo encontrar en el supermercado alimentos que no contengan almidones agregados en absoluto, que no posean azúcares añadidos (porque son derivados de los granos), y claro, que no lleven harinas, pan, cereales ni nada de ello en su composición.
Ya vemos que si queremos llevar una dieta sin granos, sin duda nuestra vida cambiaría radicalmente y tendríamos que dedicar más tiempo a planificar y reorganizar nuestra alimentación cotidiana.
Dieta sin granos ¿sólo beneficios? ¿ninguna consecuencia?
La tendencia a comer sin granos no se ha originado de la nada, sino que diferentes estudios han mostrado lo nocivo que puede ser el azúcar o los cereales refinados en nuestra dieta así como también, lo provechoso que es reducir los hidratos al momento de adelgazar.
De hecho, un reciente estudio publicado en PloS One ha vuelto a concluir que las dietas bajas en hidratos (con menos de 120 gramos diarios), son las que mayor pérdida de peso producen y también, las que más reducen el riesgo cardiovascular.
Sin embargo, también se ha demostrado por investigadores de University of Wales Swansea, que la falta de alimentos ricos en hidratos en la dieta puede ocasionar irritabilidad y afectar el estado de ánimo.
Además, como hemos dicho, una dieta sin granos se vuelve más rígida, demanda más nuestra atención y puede volvernos más pendientes de lo que comemos.
Esto sumado a las posibles consecuencias sobre nuestro humor, pueden ser claves para desistir de una dieta sin granos a corto plazo, al volverla menos sostenible en el tiempo que una dieta con una mínima cantidad de granos y derivados.
Pero las consecuencias van más allá de nuestro organismo, pues una dieta sin granos es menos sostenible ecológicamente hablando y menos saludable para el planeta, según ha señalado David MacKay, investigador y profesor de la Universidad de Cambridge, ya que no sólo demanda más energía para producirse sino que nuestro cuerpo requiere más esfuerzo para metabolizar carne y por ello, siempre es más eficiente la ingesta de granos y sus derivados.
Esto último podría ser clave, pues si bien explica por qué para adelgazar suele ser más efectivo reducir hidratos que proteínas, también es la razón por la cual siempre preferiremos los granos y sus derivados o al menos, los echaremos mucho de menos.
Por otro lado, una reciente investigación publicada en Nature Reviews Endocrinology ha demostrado que la fibra que ofrecen los granos enteros se asocia a menor riesgo de muerte, por lo tanto, su consumo sería favorable en el marco de una dieta saludable.
Es decir, si bien hay una gran tendencia y mucha evidencia que justifica la reducción de los hidratos de carbono en la dieta para incentivar el adelgazamiento, también la ciencia demuestra que ni todos son beneficios ni hay ausencia de efectos negativos en las dietas sin granos, sino que existen y debemos tener en cuenta las consecuencias de la eliminación de este tipo de ingredientes de la dieta.
La clave están en la calidad y en la cantidad
Como hemos visto, las dietas sin granos no están libres de efectos negativos aunque muchos estudios demostraron que constituyen la forma más eficiente de fomentar la pérdida de peso. Sin embargo, quizá es momento de llegar a un equilibrio y no caer en los extremos de eliminar por completo estos ingredientes de la dieta.
La clave podría estar en la calidad y en la cantidad de granos consumidos, es decir, si tenemos la precaución de escoger granos integrales y sus derivados y eliminar los refinados, los azúcares y todo aquello que lo contiene, podríamos disfrutar de los beneficios de su consumo sin sufrir las consecuencias de su erradicación.
Asimismo, si lo que queremos es perder peso, podríamos optar por reducir, pero no eliminar los granos totalmente de la dieta o por cocinarlos de otra forma, como por ejemplo, al dente para aprovechar su almidón resistente, o combinándolos con carnes y/o verduras como mostramos anteriormente.
No necesitamos acudir a su eliminación completa para beneficiar la salud ni para favorecer el adelgazamiento, sino que con reducir su cantidad y sobre todo, escoger adecuadamente los granos que incluiremos en nuestra dieta, podemos lograr un equilibrio beneficiándonos de su ingesta sin perjudicarnos por su ausencia.
Y vosotros, ¿creéis que una dieta sin granos es sostenible y natural?
Bibliografía consultada | Sackner-Bernstein J, Kanter D, Kaul S (2015) Dietary Intervention for Overweight and Obese Adults: Comparison of Low-Carbohydrate and Low-Fat Diets. A Meta-Analysis. PLoS ONE 10(10): e0139817. doi:10.1371/journal.pone.0139817; Neuroscience & Biobehavioral Reviews, Volume 26, Issue 3, May 2002, Pages 293–308; y Nature Reviews Endocrinology 11, 389–390 (2015) doi:10.1038/nrendo.2015.76, Published online 19 May 2015.
En Directo al Paladar | Cereales: ingredientes básicos en una dieta saludable
Imagen | Thinkstock
Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com
VER Comentarios