Estrés, alimentación y dietas. Las dos caras de la moneda

Te encuentras dando un paseo tranquilo por tu bosque preferido. El día es perfecto. Un ligera brisa, un poco de fresco, y el cielo está de un azul radiante. Te acabas de comer el mejor bocata de tortilla que recuerdas. Y de repente, algo inesperado. Justo al subir esa pequeña roca, ves una manada de lobos. Todo tu cuerpo se pone en tensión, tus músculos se agarrotan, y su estómago se hace más pequeño. El miedo te paraliza, y sientes unas terribles ganas de...

¿Por qué ante situaciones de gran estrés tenemos ganas de hacer de vientre? ¿Puede una situación de estrés moderado provocarnos reacciones similares? En el post de hoy trataremos de dar respuesta a ambas preguntas.

Ante una situación como la que os he comentado al principio, una situación de vida o muerte, o de huir o luchar, el organismo humano, a través de miles de años de evolución, ha adoptado mecanismos que nos permiten hacer frente a estas situaciones límites. En el caso que se conoce como "cagarse de miedo" la razón es bien práctica, aunque el resultado sea más bien desagradable.

Cuando nos enfrentamos a una situación así, el cuerpo humano, debe priorizar la supervivencia, y para ello, necesita las mejores condiciones para enfrentarse a una situación de huida o lucha. Si acabamos de comer, y estamos haciendo la digestión, gran parte de nuestras energías y de nuestra sangre, se habrá dirigido hacia el sistema digestivo para hacer la digestión y transportar los nutrientes. Pero si en ese proceso, nos enfrentamos a un peligro, las prioridades cambian de forma radical. Lo importante es que los músculos tengan toda la sangra posible para salir huyendo o luchar. Además, cualquier "peso" extra se convierte en un lastre del que es mejor deshacerse. Así que... ya sabéis ¿no?

Afortunadamente, hoy en día, no son tantas las ocasiones en las que nos enfrentamos a situaciones de vida o muerte, y salvo casos excepcionales "cagarse de miedo", no suele ocurrir. Lo que sí ocurre, y cada vez más, es que estamos sometidos a nivel medio de estrés elevado y mecanismos similares son los que entran en juego. Nuestros cuerpos tienen un nivel de estrés que puede interactuar, en determinadas ocasiones, con nuestro sistema digestivo, produciendo efectos no deseados.

De hecho, hoy se sabe que las úlceras no las producen directamente el estrés, como se pensaba antes, sino una bacteria la H. Pylori. Pero sí existe la hipótesis de que el estrés, puede afectar a la secreción de ácido clorídrico en el estómago y que este desequilibrio favorezca el crecimiento de la bacteria y la aparición de úlceras.

Además, cada vez son más los estudios que relacionan el estrés con obesidad, a través del efecto que tiene sobre las principales hormonas que regulan nuestro proceso digestivo. Así que no está de más conocer algunas estrategias para reducir el estrés.

Un vistazo a…
Tres claves para descifrar el etiquetado de cualquier alimento

Ratones, dietas y estrés

Ahora bien, ¿qué pasa en el caso contrario? ¿Cómo afecta la alimentación al estrés?

Vale, pero todo esto no me suena muy "científico" que digamos. Más o menos ya sabemos que el estrés es malo, pero ¿hay pruebas? Las hay, pero con ratones, y como os comenté sobre los estudios alimentarios, los resultados son limitados, pero interesantes.

En un experimento realizado con ratones, unos investigadores quisieron comprobar el efecto que tenía el estrés en ratones sometidos a algún tipo de dieta (fuente). Los resultados fueron bastante curiosos. Los ratones sometidos a dieta, ante situaciones de estrés, presentaban unos niveles mayores de estrés (medidos a través de distintas hormonas) que los ratones que no seguían dieta. Pero lo interesante del estudio es que comprobaron que aquellos ratones que habían seguido dieta, cuando se les sometía a situaciones de estrés, y ya fuera de la dieta, consumían más calorías que los que no habían hecho dieta. ¿Sorprendente no?

Es decir, hacer dieta, nos eleva los niveles de estrés. Pero es que, además, una vez acabada la dieta, nos deja un "recuerdo" que provoca que en situaciones de estrés acabemos comiendo todavía más. Quizá este sea el motivo por el que la gran mayoría de las dietas tienen un efecto rebote. Por cierto, que ese "recuerdo" es real, y se produce a través de procesos de metilación del ADN, que tardan en desaparecer.

Lecciones para llevar

Estar estresado, puede interferir con el funcionamiento normal de nuestro sistema digestivo. Además, ponerse a dieta estando ya estresado, puede tener efectos contraproducentes a largo plazo. Al menos, eso es lo que sabemos que ocurre en ratones. Bien es cierto, que el hacer dieta también puede tener efectos positivos, más allá de los obvios, en lo que se refiere al estrés, puesto que ver que conseguimos resultados, o mejoramos nuestra salud, nos puede desestresar.

En cualquier caso controlar los niveles de estrés, siempre es una buena idea. También cuando hablamos de alimentarnos.

Imagen | Por Neticola - Raúl A. En Directo al Paladar | Interruptor biológico de la obesidad, el estrés En Directo al Paladar | Comienza el curso sin estrés comiendo bien

Portada de Directo al Paladar