La obesidad se incrementa a nivel mundial para ser considerada al día de hoy como una pandemia, es decir, una epidemia de la enfermedad en todo el mundo. Por eso, si bien sabemos que nuestros hábitos tienen mucho que ver, también sabemos que éstos varían de un país a otro, entonces nos preguntamos ¿qué hay en común entre todos los habitantes del mundo para que sin distinciones de raza, economía y ambiente puedan sufrir obesidad?.
Quizá la respuesta a éste interrogante sea nuestro genotipo ahorrador, o el patrimonio de la humanidad que predispone a la obesidad, pues hemos sido diseñados genéticamente hablando para sobrevivir en un ambiente totalmente contrario al que vivimos en la actualidad.
¿Qué es el genotipo ahorrador
El término "genotipo ahorrador" se desprende de una teoría desarrollada por Neel hace más de 40 años, en la cual se planteaba que el ser humano cuenta con genes que hacen nuestro organismo una máquina excepcionalmente eficiente para utilizar energía.
Es decir, nuestros genes han sido marcados por la evolución humana volviéndose cada vez más adaptativos y eficientes para sobrevivir, aun en las condiciones más adversas.
Pero dado que el ser humano no siempre vivió en las condiciones en las que vivimos en la actualidad, sino que la mayor parte de la evolución del homo sapiens estuvo signada por la escasez alimentaria, la caza y recolección de alimentos que implicaban elevado gasto calórico y comida sólo en determinados momentos tras períodos de ayuno, nuestro genoma carga esta información y no la que está disponible hace poco tiempo atrás.
Así, nuestro organismo fue genéticamente adaptado en ese momento para:
Comer todo lo que se pudiera cuando había comida disponible, es decir, cuando se cazaba un gran animal por ejemplo.
Preferir los alimentos grasos porque eran concentrados energéticamente y nos permitía guardar energía para cuando no haya.
Depositar todo exceso calórico como grasa para sobrevivir en tiempos de escasez alimentaria y gran gasto físico y energético.
Así, con estas características sobrevivimos al ambiente adverso en que vivieron nuestros antepasados gracias a nuestros genes eficientes. Sin embargo, los genes tardan mucho en modificarse y nosotros, hace relativamente poco tiempo que vivimos en un mundo rodeados de comida, con mucha tecnología y sedentarismo casi obligado.
Este genotipo ahorrador, patrimonio de la humanidad, que nos permitió sobrevivir en otra época, hoy predispone a la obesidad.
Genes ahorradores en un mundo de abundancia
Y el resultado de esta combinación está más que visible: altas cifras de obesidad y enfermedades asociadas.
Pues claro, con un organismo influido genéticamente para gustar de los alimentos más grasos y calóricos, para comer todo lo que podamos mientras haya y para almacenar los excesos como grasa, es casi evidente que en un ambiente protagonizado por porciones cada vez más grandes, por alimentos cada vez más grasos y calóricos y con tecnología que cada vez nos empuja más a no movernos, culminemos con una pandemia de obesidad.
Por supuesto, con este panorama todos nos creemos vencidos por la obesidad y condenados (por nuestros genes) a padecer la enfermedad. No obstante, la buena noticia es que el ambiente puede ganarle a nuestros genes y así, nuestros hábitos pueden reducir la exposición genética notablemente.
Aunque teniendo en cuenta los rasgos de nuestro genotipo ahorrador y del ambiente en que vivimos, es muy difícil desarrollar hábitos salvadores.
Como consumidores, no podemos reducir las porciones de alimentos comercializados, pero si podemos tomar medidas para controlar las raciones consumidas. No podemos reducir la concentración energética de los alimentos que se venden, pero sí podemos cocinar más en casa y comer menos alimentos preelaborados o listos para comer.
También si bien no vemos posible alcanzar el gasto calórico que tenían nuestros antepasados, podemos usar la tecnología a nuestro servicio pero dedicarle horas al movimiento físico. Pues nuestro cuerpo está preparado para enfrentar el esfuerzo físico, por lo tanto, si somos sedentarios, estamos enfermos.
Es importante comprender que nuestro genotipo ahorrador, patrimonio de la humanidad, no nos ayuda al momento de salvarnos de la obesidad, por ello, somos nosotros los que debemos contribuir con hábitos saludables para reducir la exposición de nuestros genes al ambiente poco sano en que vivimos.
En Vitónica | Genotipo ahorrador: posible explicación a la obesidad Imagen | Wikimedia, Mike Litch y Natesh Ramasamy
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