El curry es originario de la India, constituyendo la base de esta cocina. Es un condimento originario compuesto por una mezcla de polvo de diversas especias; su composición varía a tenor de la región, la casta o el uso que se le vaya a dar. Por lo general se compone de los siguientes ingredientes molidos: cúrcuma (que le proporciona el característico tono ocre que conocemos los occidentales) comino, cilantro, chile, semillas de hinojo, clavo, fenogreco, tamarindo, semillas de adormidera, azafrán, pimienta, nuez moscada, macis, hojas de curry, ajo y jengibre.
El color de los currys indios oscila desde el blanco al marrón dorado, pasando por el rojo y el verde, pueden ser tanto líquidos como secos o en polvo y su sabor picante dependerá fundamentalmente de la cantidad de guindilla o de pimienta utilizada. Así puede hallarse currys suaves, ligeramente picantes, picantes y ardientes.
Los japoneses ya pueden disfrutar de los beneficios, y no sólo gastronómicos, del curry.
Un centro de talasoterapia de la localidad de Hakone, al oeste de Tokio, ofrece un baño a base de una sopa de curry en la que se introducen diferentes especies. Dicen sus promotores que la «pócima» mejora la circulación y ayuda al embellecimiento de la piel.
Así que ya sabéis, si a vuestros hijos no les gusta el curry, pues nada un bañito en él y mientras disfrutan, a beneficiarse de todo este elenco de hierbas.
En Directo al Paladar | Talasoterapia, propiedades curativas del agua de mar.