Antes de que comenzaran las vacaciones ya anunciábamos que teníamos que tener cuidado para no sufrir una intoxicación alimentaria a la hora de disfrutar de las comidas en los bares, restaurantes, chiringuitos y terrazas que se encuentran en las zonas vacacionales, especialmente en las costas españolas.
Hemos leído una noticia donde se toma como referencia la ciudad de Granada, donde vemos que 126 personas de la comunidad granadina han sido afectadas por distintas intoxicaciones alimentarias durante los meses de julio y agosto, la salmonella ha sido la reina de este tipo de infecciones, como lo ha sido cada año. La diferencia es que este año ha crecido el número de casos con respecto al año pasado.
Las normas alimentarias sanitarias están para cumplirlas, en nuestra opinión se debería poner más énfasis en su cumplimiento, realizar más controles por parte de los estamentos gubernamentales para evitar que puedan llegar al consumidor alimentos en mal estado, comprobar que toda persona que manipula alimentos tenga (al menos) el carné de manipulador que garantiza un mínimo de conocimiento sobre las normas sanitarias y lo que debe hacerse ante determinados alimentos que caducan rápidamente.
En fin, cada año se repite la misma historia, la afluencia masiva de clientes hace que se descuiden las normas básicas que evitan estas molestas y en ocasiones peligrosas intoxicaciones alimentarias, así que está en nosotros y en nuestro instinto el poder evitarlas. Ahora comenzamos con la rutina diaria del trabajo y las aguas vuelven a su cauce, pero el próximo año seguramente tendremos nuevas noticias sobre las intoxicaciones.
Aunque hemos hablado en varias ocasiones sobre las intoxicaciones, este verano hemos podido constatar en algún que otro lugar, que sólo se piensa en servir al comensal lo que sea y como sea, sin miramiento alguno y pensando solamente en el preciado beneficio saltándose normas alimentarias que nos afectan directamente.
Recordamos un chiringuito de Peñíscola donde íbamos a disfrutar de unas tapas, pescadito frito, distintos pinchos y demás, unas patatas bravas fueron las culpables de que despreciáramos el resto del tapeo pues un ligero olor desprendido por la salsa, perceptible solo si centrabas la atención, delataba su mal estado.
Esto demostraba un deficiente control, por la mayoría de las personas es sabido que las salsas son una de las principales causas de la intoxicación alimentaria. En cuanto al mencionado chiringuito, no lo dejamos impune. ¿Te ha pasado algo similar?
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