En otras ocasiones os hemos hablado de la contaminación cruzada de alimentos y el peligro que supone para el consumo y la sanidad en la cocina. Otro foco de suciedad e infección en las cocinas es el área correspondiente a la basura. Me refiero al cubo de basura y aledaños (ya sea la esquina donde está o el armario donde lo guardamos).
La riqueza orgánica que contiene el cubo de basura lo convierte en un perfecto lugar para que proliferen a su antojo millones de microorganismos, en su mayor parte causantes de enfermedades. Una vez infectado el cubo tenemos al otro actor de la película, el ser humano. Con sus manos, ropa, etc., es un transporte ideal para esos microorganismos. Y la infección puede llegar a toda la cocina, contaminando superficies, utensilios y alimentos.
Para neutralizar este riesgo mantengamos el cubo de basura tapado, limpio y desinfectado. Y el armario en el que se ubica este cubo también debe desinfectarse, y, recordémoslo, no basta con limpiarlo por encima; si no se desinfecta con agua y lejía, el peligro de contaminación no habrá desaparecido.
En condiciones normales, una cocina doméstica genera cada día más de un kilo de basura, compuesto fundamentalmente por materia orgánica; papel y cartón; vidrio y plásticos. Lo más correcto en términos medioambientales y de sostenibilidad es disponer de cubos o compartimentos específicos para cada tipo de residuo.
Y, claro está, limpiarlos y desinfectarlos con minuciosidad, particularmente el de materia orgánica, el más problemático en materia de seguridad microbiológica. Otra medida imprescindible cuando se manipula la bolsa de la basura es lavarse, y a fondo, las manos. El objetivo es no contaminar con ellas otros puntos de la cocina y la casa, ni los alimentos cuando los manipulamos.
Vía | El correo digital En Directo al Paladar | Prepara tu cocina para las vacaciones En Directo al Paladar | Tablas de cortar Index de Lékué