No te has preguntado alguna vez ¿cómo pueden incorporarse los metales en los alimentos?, vamos a tomar un ejemplo. Imagínate una tomatera cultivada cerca de una carretera transitada, esta, aporta plomo. Y tú dirás, pero si la gasolina con plomo está ya prohibida en España, si es verdad, pero los efectos contaminantes duran mucho tiempo.
Ahora imagínate también que el agua que se utiliza para regar provenga de un río que cruce una antigua zona minera o simplemente, que en el río se viertan residuos de una fundición y para más inri, añadamos que el suelo donde esta plantada la tomatera, es rico en cobre, pues ya tienes un cóctel explosivo entomatado.
De ese tomate, elaboran una salsa y esta se enlata, la lata es de hojalata con lo cual a este cóctel de metales le añadimos estaño y posiblemente algo de hierro. Tú compras la lata, y cocinas el contenido en una cazuela de aluminio, algo de metal, aunque sea ínfimo, se disolverá en la salsa, ya que la acidez del tomate y el calor del fuego contribuyen a tal efecto.
Algunos metales son esenciales para nuestro cuerpo, es más, la deficiencia de estos, puede crearnos problemas de salud, pero hay otros metales como el plomo o el mercurio que no son nada beneficiosos para nuestro organismo.
Lo siguiente, bueno, te comes la salsa de tomate y esos metales pasan a tu cuerpo, que más podemos decir….
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