Estoy preocupada. Vivir rodeada por el Mediterráneo significaba hasta hace poco, que las especies autóctonas de peces que podíamos encontrar en el mercado eran garantía de seguridad, pero ahora resulta que estudios demuestras que hay microplástico y mercurio en nuestros pescados. Total, que para nuestra salud, tanto da consumir variedades grandes traídas del otro lado del mundo como pequeñas conseguidas a escasos kilómetros.
El pescado es una de las bases de la dieta mediterránea, junto a las frutas, verduras, aceite de oliva o carne, pero esta forma de alimentación ya no resulta tan segura como es de preveer. Llegará un momento, no tan lejano, en el que no sabremos qué podemos consumir sin poner en peligro nuestra salud ¿No os parece una perspectiva aterradora?
Todo lo anterior viene al hilo de sendos estudios dados a conocer por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), un organismo público dedicado a la investigación en ciencias del mar, especialmente en lo relacionado con el conocimiento científico de los océanos, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y el medio ambiente marino.
El primero de estos estudios, realizado por investigadores de los centros oceanográficos de Murcia y Vigo del IEO, ha sido publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, el segundo, a cargo de dos investigadoras del Centro Oceanográfico de Baleares del IEO, se ha publicado en la publicación Environmental Pollution. Ambos se hacen eco del mismo problema: la ingestión de microplásticos de los peces de las costas españolas.
Salmonete, merluza, pintarroja o boga (Boops boops), un pez semipelágico común en las Islas Baleares y el Mediterráneo, son las especies que han sido analizadas debido a su alto interés comercial, y los resultados son devastadores, pues se han encontrado presencia de microplásticos en todas ellas.
Según Juan Bellas, autor de uno de los estudios: "No existen evidencias de efectos negativos en la salud humana, pero sería conveniente estudiarlo". Aunque no es muy difícil imaginar, y no soy científica, que precisamente propiedades beneficiosas no deben tener estos elementos una vez que han pasado a nuestro cuerpo por haber ingerido pescado contaminado ¿No os parece?
La importancia del plástico
La producción en masa del plástico se inició en la década de 1940 ¿Os hacéis a la idea de cuánto ha podido acumularse desde entonces solo en nuestros océanos? Actualmente se estima que tiramos unos 8 millones de toneladas de plástico cada año a los océanos, es decir, entre un 60% y un 80% de la basura marítima actual.
Los plásticos son polímeros orgánicos sintéticos que por su versatilidad han visto aumentado su uso durante las últimas tres décadas, ocupando rápidamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. El plástico es de peso ligero, fuerte, duradero y barato, estas características los hacen adecuado para la fabricación de una gama muy amplia de productos.
Estas mismas propiedades resultan ser una de las razones por la que los plásticos son un serio peligro para el medio ambiente, ya que también son flotantes. Una carga cada vez mayor de desechos de plástico está siendo dispersada a través de largas distancias, y cuando finalmente se deposita en los sedimentos, puede persistir durante siglos. La amenaza del plástico para el medio marino ha sido ignorada durante mucho tiempo, aunque su gravedad ha sido recientemente reconocida.
Debido a la larga vida de los plásticos en los ecosistemas marinos, se hace imprescindible que se tomen medidas severas para abordar el problema, tanto a nivel internacional como nacional, ya que incluso si la producción y la eliminación de plásticos se suspendiera de manera súbita, los restos existentes continuarían dañando la vida marina por muchas décadas.
¿Qué son los microplásticos?
Los desechos plásticos se encuentran en una muy amplia gama de tamaños en el medio ambiente. Los primeros informes sobre pequeñas partículas y fragmentos de plásticos en el océano, especialmente poliestireno, datan de la década de 1970. Sin embargo, el término “microplásticos” se introdujo a mediados de los años 2000. Hoy en día se utiliza ampliamente para describir partículas de plástico con un límite superior de tamaño de 5 mm.
Los microplásticos son usados en productos de cuidado personal (pasta de dientes, cremas faciales, cremas exfoliantes, etc.), textiles sintéticos y una gran cantidad de productos y sectores industriales (ingredientes de tintas de impresión, pinturas spray, molduras de inyección y abrasivos, etc.) Realmente, la mayoría de nosotros ¡no somos conscientes de todo lo que consumimos!
Lo peor es que, en algunos casos, estos microplásticos han sustituido a los ingredientes alternativos naturales y biodegradables, tales como semillas, cristales de sal, conchas de piedra pómez o de tierra. Es de suponer, que a a medida que la población mundial crece, la cantidad de productos con micropartículas que se coloquen en el mercado también aumentarán.
¿Cómo termina el mercurio en los animales marinos?
Pasemos ahora al mercurio, que también ha sido objeto de estudio últimamente. El mercurio es un elemento natural que no puede ser creado ni destruido. Se presenta en varias formas, algunas más peligrosas que otras pero todas tóxicas. La exposición, aún a pequeñas cantidades, puede causar serios problemas de salud, entonces ¿cómo acaba en un pescado?
El mercurio que contamina el aire se posa en las aguas superficiales (ríos, lagos, corrientes y océanos) o en la tierra ya que es transportado por las corrientes de viento. En los cuerpos de agua, el mercurio puede ser transformado por procesos naturales en una forma orgánica más tóxica llamada metilmercurio que es absorbido por los microorganismos marinos que, a su vez, sirven de alimento a otros organismos en la cadena trófica, y así se va acumulando y concentrando en el pescado.
El nivel de metilmercurio en el pescado depende de lo que come, cuánto tiempo vive y cómo se ubica en la cadena trófica. Los tiburones y el pez espada (carnívoros), por ejemplo, tienen concentraciones más altas de metilmercurio en sus músculos que otros pescados que se encuentran por debajo en la cadena alimentaria. Esto se cumple tanto en los peces de agua salada como en los de agua dulce (merluza, atún, salmón y dorada).
La ruta más común de exposición a mercurio para los seres humanos es el consumo de pescado contaminado con metilmercurio. Lo alarmante es saber que el metilmercurio no se elimina mediante la cocción o limpieza del pescado, ni puede ser detectado en el pescado por su olor o aspecto.
Ante noticias como esta sobre la presencia de microplásticos y mercurio en nuestros pescados ¿qué podemos hacer como consumidores? Exigir a los productores que dejen de usar micropartículas de plástico; a los comerciantes, que no vendan productos que contengan micropartículas; a los gobiernos, que prohíban el uso de micropartículas de plástico en productos de cuidado personal lo antes posible, y nosotros mismos, abstenernos de comprar productos que contengan microplásticos y optar por productos con ingredientes alternativos. Deberíamos empezar ya mismo, nuestra salud va en ello ¿No os parece?
Vía | Diario de Ibiza Fotos | photo-graphe, Unsplash, 44833, Couleur, bilyjan, PublicDomainPictures, consesing y Hardrockster En Directo al Paladar | ¿Qué estás comprando cuando compras pescado "fresco"? En Directo al Paladar | Realmente ¿Sabemos lo que comemos?