Era una invitación cuanto menos curiosa. Diageo, el mayor fabricante mundial de espirituosos (que comercializa bebidas como Johnnie Walker, J&B o Guiness), convocaba un desayuno de prensa, auspiciado por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (Anis), para hablar del “papel de los periodistas de la salud en la educación de adultos sobre el consumo moderado y responsable”.
En él, Carrie Ruxton, dietista británica habitual en los medios de comunicación, y Antonio Luis Villarino, director del Instituto de Drogodependencias de la Universidad Complutense de Madrid, han explicado los riesgos del consumo de alcohol, incidiendo, no obstante, en la idea que siempre promueve la industria: que existe un consumo responsable, que podemos considerar seguro.
Ni los ponentes de esta charla, ni Beatriz Blasco, directora de Asuntos Corporativos para Diageo en España y Portugal, presente en el desayuno, han dicho que beber sea bueno, sino que no es malo si hay un consumo moderado. Un consumo, que, ahora bien, es mucho menor del que la gente piensa como tal. Beber puede no ser malo, pero solo si no se supera la ingesta en un día de, como mucho, una copa o dos cervezas. Una cantidad que gran parte de la población supera con creces en demasiadas ocasiones ya que, como han apuntado los ponentes, ni siquiera se conoce que es una “unidad de bebida estándar”, la medida que se utilizan en las recomendaciones sanitarias, ni esta es realmente estándar (pues es diferente en cada país).
Pero la pregunta clave la formulaba el propio Villarino: ¿Podemos defender el que se consuma algo de alcohol? “La respuesta es no, pero ¿debemos atacar que se tome algo de alcohol? La respuesta es tampoco, porque hay trabajos en los que se ve que las pequeñas cantidades no hacen daño, no afectan al organismo y hay poblaciones que beben durante toda su vida, cantidades moderadas, y no le pasa nada. La relación de cáncer de mama y alcohol etílico está demostrada, pero no en cantidades de consumo responsable”, aseguraba. En opinión del experto en drogodependencias, es más útil intentar que la gente que ya bebe beba menos, que promover que no beba nada: “El intentar prohibir que se tome alcohol tiene el efecto contrario”.
Polémica por la organización del encuentro
En el debate ninguno de los ponentes esquivó las preguntas, algunas incómodas, pues los periodistas insistimos en nuestras dudas sobre la conveniencia de apoyar un mensaje, el de que existe un consumo de alcohol saludable, que puede ser cuanto menos peligroso.
Pero cuando se mezcla industria y salud siempre hay espacio para la polémica y hay quién cree que ni siquiera se deberían celebrar este tipo de actos. Titula Ainhoa Iriberri en El Español que “El mayor productor de alcohol paga a los periodistas de salud para hablar de consumo saludable”, explicando que la Anis ha facturado 1.000 euros por este acto.
En realidad, como ha explicado a Directo al Paladar Emilio de Benito, presidente de la Anis, la asociación ha cobrado 1.300 euros por organizar un acto que, como apunta el periodista de El País, sabían polémico. “Cuando se hacen actos donde colabora Anis en la difusión se cobran unas tarifas, como se hace en todos los congresos y todos los actos. Yo no lo cobro, lo cobra la asociación, porque consume recursos”.
De Benito ha asegurado que tener una colaboración con alguien “no significa que le compremos el mensaje” y, en este caso, explica, Diageo había llamado a ponentes de reconocido prestigio y la propia Anis había insistido, por ejemplo, en que asistiera al encuentro un psicólogo del alcohol, como así ocurrió.
¿Somos todos unos hipócritas?
La propia existencia de este debate, y las reacciones al mismo, deben ser una invitación a la reflexión. ¿Es lícito que Diageo, una compañía que vende alcohol, convoque a periodistas y médicos para promover un mensaje que le interesa? La respuesta no es sencilla, y como la mayoría de las cosas en esta vida quizás nos tengamos que conformar con un incómodo “depende”.
Depende de que los ponentes sean de fiar y compartan una información veraz, depende también de que estén dispuestos a abordar todas las cuestiones que planteen los periodistas. No he analizado al detalle el discurso de ambos participantes, pero a priori no creo que haya motivos para pensar que estaban faltando a la verdad, aunque otros especialistas puedan tener lecturas diferentes de los mismos estudios. Lo que nos lleva al tema verdaderamente importante: nuestra relación con el alcohol.
Como señalaba la propia directiva de Diageo, “el alcohol forma parte de la tradición y de la cultura y está tremendamente arraigado en las sociedades”. Pero esto no deberíamos considerarlo como algo positivo. También la uralita estaba tremendamente arraigada a nuestros edificios y hoy nadie quiere tenerla cerca porque, sabemos, es un potente carcinógeno.
El caso es que la uralita nos da igual, pero el alcohol nos gusta. Nos gusta el vino, nos gusta la cerveza y nos gusta tomarnos un gintonic, aunque sepamos que es peligroso. Lo importante es esto último: contar con la suficiente información para tomar nuestras decisiones. Y en este sentido, que la industria trate de explicar que no es malo beberse una copa, pero si dos (como se explicó en la charla), no debería ser especialmente criticable, teniendo en cuenta, además, que históricamente ha utilizado otras formas de influencia mucho más dañinas. Que se abra a debates públicos de este tipo es casi una noticia a celebrar.
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