Revuelto de morcilla asturiana. Receta

Esta receta de revuelto de morcilla asturiana la suelo preparar como tapa cuando tengo invitados en casa. El auge de la nueva cocina y la importancia que se da a las tapas, ha hecho que en el mercado hayan aparecido platillos especiales para ofrecer este tipo de preparaciones en raciones individuales de aperitivo. Al ser un revuelto bastante pesado, por la grasa que lleva la morcilla en su composición, es más fácil de comer y se saborea mejor en dosis pequeñas.

El sabor ahumado de la morcilla asturiana convierte a este revuelto en un crisol de aromas que traen recuerdos de estas tierras. Quienes sean de allí o, como es mi caso, amen esa tierra, saben de lo que estoy hablando. Por tanto, se puede hacer con otras morcillas pero, sin querer hacer de menos a otras regiones, morcilleras como las que más, el resultado nunca será el mismo.

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Ingredientes para seis tapas

Cuatro huevos de corral, una morcilla asturiana, una chalota, aceite de oliva virgen extra, dos rebanada de pan de molde, mantequilla a temperatura ambiente y perejil fresco.

Elaboración del revuelto de morcilla asturiana

Cortamos los bordes del pan de molde y formamos triángulos pequeños. Los freímos hasta que tomen un tono dorado y escurrimos en un papel absorbente. Mojamos el lado más largo del triángulo con mantequilla a temperatura ambiente y lo pasamos sobre perejil picado. Ponemos dos triángulos de pan en cada tapa.

Picamos la chalota y la ponemos a pochar en una sartén con un chorrito de aceite. Abrimos la morcilla y añadimos el contenido a la sartén. Dejamos que se deshaga. Batimos ligeramente los huevos y los añadimos a la sartén sin dejar de remover a fuego bajo. El revuelto deberá estar cocinado pero conservando la textura casi líquida, como de un puré espeso. Una vez alcanzado ese estado, presentaremos en un plato de tapa junto al pan frito.

Tiempo de elaboración | 30 minutos Dificultad | media

Degustación

La gracia de este revuelto de morcilla asturiana está en presentarlo babé, apenas sin cuajar, cocinado pero casi líquido. Esto se consigue con una cocción suave a fuego lento o aún mejor al baño maría removiendo constantemente. Se acompaña de pan frito embebido de perejil.

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