Consejos para congelar nuestras pizzas caseras

Esther Clemente

Colaborador

Soy una chica coruñesa, veterinaria de profesión y que por circunstancias de la vida acabé viviendo en Asturias donde llevo ya una buena temporada. Cuando me preguntan por qué me gusta tanto cocinar, siempre respondo lo mismo: "¡Por qué mi madre odia meterse en la cocina!".

En mi casa una vez a la semana, casi siempre los viernes, cenamos pizza. Eso sí, nada de pequeñas pizzas precongeladas con cuatro trozos mustios de jamón york, no, yo preparo una pizza contundente con muchos ingredientes e incluso con distintos sabores para que vaya a gusto de todos los de la familia.

Hacer una masa de pizza casera no tiene mucha dificultad sobre todo si nos ayudamos de un robot amasador como es mi caso, pero reconozco que soy un poco vaga y aunque me gusta meterme en la cocina, si en un día puedo hacer para dos o tres veces mejor que mejor.

Pero al principio cuando comencé a hacer pizzas para varias ocasiones solamente preparaba una y las otras simplemente estiraba la masa, las dejaba levar y las congelaba, con lo que al viernes siguiente oía la coletilla, esta pizza está mucho peor que la del otro día. Así que fui depurando mi técnica para congelar esas masas y que nadie se diera cuenta de que ya había estado una temporada en el congelador.

Hoy quiero compartir con vosotros esos pequeños trucos para que la congelación de nuestras pizzas caseras sea perfecta y así evitar doble trabajo de elaborarlas en dos o incluso más ocasiones, pues podemos dedicar un día libre para preparar unas cuantas e ir sacándolas poco a poco según nuestras necesidades.

Yo lo que hago es amasar una buena cantidad de masa básica y la divido en tantas porciones como pizzas quiero preparar, por lo general tres o cuatro. Si disponéis de moldes metálicos para cada una la estiraréis en ellos y si no, en un papel de horno doble dándole forma redondeada. Las dejamos levar durante un rato hasta que las veamos esponjosas. Mientras que la masas levan vamos calentando el horno.

El primer punto a tener en cuenta es que la masa que queramos congelar se debe de prehornear ¿qué queremos decir con esto? Pues que debe de pasar unos minutos en el horno cociéndose parcialmente para que después el día que la vayamos a consumir la terminemos de cocinarla, esto nos asegurará una corteza bien crujiente una vez terminada su cocción.

Para hacer este prehorneado solamente las debemos de cocinar durante diez minutos, hasta que veamos los bordes de las pizzas algo hinchados pero blancos y sin tostarse. Entonces las retiraremos del horno y las dejaremos enfriar completamente encima de una rejilla.

Es el momento de rellenarlas tal y como si las fuerais a consumir en ese momento, con los ingredientes que más os apetezcan y como lo hagáis habitualmente. Aunque también podéis dejarla sin rellenar y hacerlo el día de comerla, pero os aseguro que es bien cómodo tenerlo ya todo hecho y solo sacar y hornear.

Ahora las tendremos que congelar por contacto, es decir, encima de una bandeja que nos quepa en el congelador colocamos nuestras pizzas y las dejamos así durante unas dos horas. Cuando ya estén congeladas lo que hacemos es envolverlas en papel film de cocina para evitar quemaduras por frío y que nuestro relleno tenga mal aspecto, y seguidamente les damos otro envoltorio con papel de aluminio, le ponemos el nombre y la fecha con un rotulador permanente o bien una etiqueta, y vuelta al congelador.

De esta manera las pizzas pueden estar hasta tres meses congeladas y tenerlas dispuestas en cualquier momento ante un imprevisto o para un día con poco tiempo o ganas de cocinar.

Para hornear las pizzas precongeladas precalentamos el horno a 250 grados o a la temperatura que lo hagáis habitualmente, desenvolvemos la pizza y solamente la horneamos durante 10 minutos. Servimos bien calientes y a disfrutar de nuestra cena ese día o de una comida entre amigos casi sin trabajo.

Espero que con estos consejos os animéis a congelar vuestras pizzas caseras, lo cierto es que aunque parece un poco tedioso todo el proceso, solo es cuestión de plantearse una tarde “pizzera” para después tener unas cuantas de fondo de congelador preparadas para cualquier ocasión, y ese día seguro que lo agradecéis.

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