Uno de los mayores problemas para llevar una ensalada para comer en el trabajo es el aliño. Si lo añades antes de salir de casa, el aspecto de la ensalada a la hora de comer puede ser deprimente, y si tienes que llevarlo aparte, puede provocar una hecatombe en el bolso o la mochila. La solución: guardar la ensalada en un bote.
La clave está en que, si en vez de la clásica fiambrera, empleamos un bote de cristal, que suele ser más alto que ancho. Así podemos distribuir la ensalada por capas, de forma que la salsa y las cosas más jugosas queden al fondo, y la lechuga en la parte superior, para que se mantenga intacta hasta el momento de consumirla.
En la preciosa ilustración sobre estas lineas, obra de los chicos de Bureau of Betterment, tenemos un buen ejemplo de como estructurar nuestra ensalada en el bote, aunque no hay que tomarlo literalmente:
-
Al fondo, el aliño: aceites, vinagretas y salsas varias.
-
Sobre el aliño, las cosas más pesadas y jugosas: tomates, pepinillos, cebolletas…
-
Sobre éstas, las cosas más ligeras, como puedan ser lentejas, champiñones, cebolla…
-
Por último, la lechuga y otras hortalizas de hoja verde, como espinacas, la rúcula, los canónigos…
De esta manera, guardando la ensalada en un bote, nos aseguramos que, con un transporte adecuado que mantenga el bote siempre en vertical, el aliño nunca llegará a impregnar a la lechuga. Eso es lo que provoca que se ablande y estropee con tanta rapidez, haciendo su consumo un acto de fe digno de elogio.
Vía | Well Vegan
En Directo al Paladar | Ensalada de langostinos y naranja sanguina. Receta
En Directo al Paladar | Receta de ensalada típica tunecina