La mente funciona muy a su manera. De repente, un objeto trivial en nuestras vidas, como puede ser una huevera de plástico, nos trae infinidad de recuerdos a la memoria. Recuerdos de tiempos en los que se vivía de otra manera, de infancias felices —o no—, de anécdotas, recuerdos de otros recuerdos o simplemente, recuerdos.
En mi caso particular esta huevera de plástico rojo me ha recordado a una réplica en miniatura que tenía de pequeño como parte de una cocina de juguete —ya apuntaba maneras—, que incluía un supermercado al que ir a comprar. Así, cuando me faltaban huevos, cogía mi mini huevera, cruzaba la habitación, la llenaba, y de vuelta a la cocina a preparar una tortilla.
Con el tiempo, tuve una de tamaño real, muy similar a la de la imagen, con la que bajaba a la panadería que había bajo de casa. La verdad es que pensandolo bien, una huevera de plástico es una manera mucho más segura —y ecológica— de transportar los delicados huevos que la bolsa de plástico que me da mi actual panadera, o los cartones y plásticos con los que los compramos en el supermercado.
Claro que no todo eran bondades. El cierre de la que yo usaba con el tiempo dejó de funcionar bien, y un buen día decidió abrirse mientras subía alegremente las escaleras, causando un estropicio considerable, con el que aprendí lo engorroso que son los huevos de limpiar.
¿A vosotros os trae recuerdos esta huevera de plástico? ¿Qué utensilio de cocina recordáis de vuestra infancia?
Imagen | Etsy
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