Los utensilios de cocina clásicos despiertan recuerdos de tiempos lejanos y nos pone ñoños, nostálgicos. A mi, este sentimiento me lleva a querer tenerlos en casa, pues me traen recuerdos de la infancia y me hacen sentir bien. Sin confesar mi edad, te diré que soy de la generación de la EGB. ¿Eres de los míos? Pues seguro que te gusta este recopilatorio de once cacharros de cocina que querrás tener si (también) fuiste a la EGB.
Ciertamente, donde esté un objeto auténtico que se quite cualquier versión actual. Aunque esto no quiere decir que no me guste lo segundo pues, de hecho, hay muchos utensilios tan bien conseguidos que recuerdan a aquellos en los que están inspirados. A continuación te quiero mostrar veinte cacharros que me llevan a mis tiempos de EGB, que veía en casa de pequeña y que hoy querría tener en mi cocina.
No puedo (ni quiero) evitar empezar por la vajilla Duralex Vermeil de 44 piezas, posiblemente el objeto más auténtico de este listado. Recuerdo desayunar en sus tazas y disfrutar de muchos y suculentos guisos en sus platos.
Aunque la vajilla que había en mi casa era la marrón, también se comercializaba en color verde, como el de este juego de merienda o desayuno de Todo colección.
En Zara Home hemos encontrado otra versión de esta vajilla que nos ha encantado, así como un juego de jarra, vasos y copas, el set leopard, de lo más estiloso que es imposible mirar sin acordarse de los viejos tiempos. Un vintage de lo más chic que esperamos también guste a los amantes de este clásico de nuestra infancia.
Duralex estuvo presente en muchas, por no decir en todas, casas. Otro modelo tremendamente popular es el París, del que hoy en día se pueden comprar platos sueltos, como el plato llano Duralex modelo París. En algún que otro restaurante los he visto y me ha encantado el toque retro que aportan. Está claro, lo vintage está de moda.
Si tuviste la fortuna (buena o mala) de quedarte a comer en el colegio, seguro que recuerdas aquellas jarras de aluminio en diferentes colores que reinaban todas y cada una de las mesas del comedor. En una línea muy similiar, aunque fabricada en cobre, me he topado con esta jarra y los vasos a juego. Ha sido ver el set y visualizar la escena. He de decir que bien poco me ha gustado, la comida de colegio no era mi favorita. Para nada.
En una misma línea de diseño, también hemos encontrado la ensaladera martillada en aluminio de Zara Home. Tan atractiva que cuesta retirar los ojos de ella.
Grandes, por no decir grandísimas, eran las poleras. Nos daban la oportunidad de preparar polos de hielo con zumos de frutas en casa a un coste ridículo. Estos moldes de plástico para polos siguen poniendo fácil la tarea y son de lo más genuíno. Ahora que el calor empieza a apretar, dan ganas de ponerlos a funcionar.
Entre los utensilios de cocina que más recuerdos de la infancia evocan está la batería de cocina de esmalte. Recuerdo unas cazuelas con estampado de flores, en tonos amarillos, naranjas y marrones, que eran lo más puntero por aquellos años. Hoy en día se siguen encontrando, pero algo más discretas como esta sencilla pero atractiva cazuela de esmalte. La querría tener en casa ¡ya mismo!
Una cazuela de barro muy similar a esta dio cobijo a numerosos arroces al horno, sopas de cebolla, estofados y otros guisos tradicionales. El barro reparte y mantiene el calor de una forma única y confiere a los platos un sabor y textura fabulosos. Esta es apta para microondas, algo tremendamente útil hoy en día, pero que mi madre no habría entendido en aquella época.
Para nostalgia la que siento cuando veo objetos que están fabricados en aluminio, como el clásico escurridor o la lechera. Durante mis años de infancia fui testigo del uso que se le dió al primero en casa, que salía del armario día si y día también. El segundo me trae recuerdos de mis veranos en un pequeño pueblo de Cantabria, donde la leche llegaba a casa en lecheras igualmente encantadoras.
Entre los muchos utensilios de cocina que recuerdo, la báscula y el molinillo de café son, quizás, dos de los que más uso recibían. A pesar de cocinar a la antigua usanza y usar "el ojo" como instrumento de medición, la báscula analógica presidía la encimera de la cocina casi a diario junto con el molinillo de café que cada mañana acompañaba nuestros desayunos.
Y hablando de desayunos, mucha era la actividad que le daba mi madre a la sartén carmela. Cinco hijos preparándose para ir al colegio circulaban por la cocina al tiempo que las tostadas iban apareciendo como por arte de magia sobre la mesa. Nuestra carmela, de hierro y redonda, no recuerda a esta más que en su función. Una muy bien desempeñada, por cierto.
Y si los utensilios anteriores despiertan en mi memorias de los desayunos, este último lo hace con las meriendas. Leche con galletas, mi bocado favorito. El mejor momento del día, que sabía mejor aún (si cabe) por lo precioso del continente: una caja metálica para galletas muy similar a esta. En ella, las galletas se conservaban en perfecto estado. Aunque, he de confesar que no daba lugar a que pasaran en ella mucho tiempo.
No puedo despedirme sin mencionar y hacer un hueco a la botella de La Casera, con ese tapón tan característico, a los platos con motivos de botánica y a la cantimplora tantas excursiones presenció. ¡Cuánta nostalgia despiertan!
Podría seguir añadiendo utensilios de cocina y hacer de esta una lista interminable, pero lo voy a dejar aquí porque me gustaría que fueras tu quien me dijera qué cacharros de cocina son esos que te transportan a tus años de EGB y que querrías tener en casa. Seguro que puedes sumar unos cuantos a los anteriores. ¿Me los cuentas?
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