De pequeño, en casa éramos bastante... cómo lo diría... austeros. Mi hermano y yo compartíamos un refresco únicamente los días de guardar, y los cereales en el desayuno eran un lujo babilónico, así que podéis haceros una idea de las veces que me dieron una moneda para usarla en una de estas preciosas máquinas de caramelos. Ninguna, por si vuestra habilidad deductiva está ya de fin de semana.
Quizás por eso hoy en día cuando entro en un kiosko o veo una de estas máquinas en un bar, no puedo resistirme y saco un euro del bolsillo para cambiarlo por unas cuantas gominolas. Quizás por eso me tiente poner una máquina de caramelos en mi vida.
Esta en concreto es de la marca Jelly Belly, muy popular en Estados Unidos. Los caramelos son duros por fuera y blandos por dentro, como de gelatina (de ahí su nombre) y se presentan en muchos colores y sabores, lo que da lugar a que haya gente que hasta inventa complejos artefactos para clasificarlos por colores.
Pero bueno, que me voy por las ramas. Si os ha gustado esta preciosidad de máquina, sabed que no es el típico artículo que se venda allende los mares, sino que se distribuye aquí en grandes almacenes y tiendas de regalos (siempre me ha fascinado este tipo de tiendas) a un precio bastante aceptable: 30 euros. Luego podremos rellenarla de los caramelos que más nos gusten, siempre que tengan un tamaño similar. Eso sí, comedlos con moderación, que luego todo son arrepentimientos.
Vía | Trendencias Shopping En Directo al Paladar | Desayun-o-matic, para empezar el día con energía