Probamos las ollas AMC, el autoproclamado Ferrari de la cocina: ¿merece la pena gastarse 490 euros en una cazuela?

Aunque las ollas de la casa alemanosuiza AMC se llevan comercializando más de medio siglo, desde 1963, reconozco que jamás había oído hablar de ellas. Quizás se debe a su sistema de venta directa, similar al que ha llevado la Thermomix a buena parte de las casas de clase alta de España, que solo llega a quienes pueden gastarse el suficiente dinero.

En este caso, no obstante, no hablamos de un robot, sino de un completo sistema de cocción cuyo protagonista son unas ollas. Unas ollas que, a simple vista, no parecen muy distintas a las que nos ofrece cualquier otra batería de cocina, pero que cambian por completo la forma en la que estamos acostumbrados a cocinar. Hablamos, según nos cuenta David López, formador de la compañía, del “Ferrari de la cocina”.

Todas las ollas y sartenes de AMC están fabricadas con acero inoxidable 18/10 (que contiene en su aleación 18 % de cromo y 10 % de níquel), producido en Europa por la propia compañía. Este acero, que se suele vender con el reclamo de “acero quirúrgico” –aunque no es exactamente el mismo que se usa en medicina, pues este incluye también molibdeno–, aguanta sin problema hasta 400º C de temperatura, es muy resistente y, lo más importante, neutro en contacto con los alimentos.

Las ollas AMC no son las únicas en el mercado fabricadas con este material. De hecho, la empresa matriz de AMC tiene otra marca, Fissler, que sí se vende en comercio minorista y está elaborada con el mismo tipo de acero. Pero, como apunta López, el gran secreto de las ollas no es tanto el material con el que están fabricadas, sino el control de la temperatura, que es lo verdaderamente distintivo del producto. Este se logra gracias a su base, con casi dos dedos de grosor y una gran capacidad de acumular el calor, y los pomos de las ollas –“visiotherm”, en la jerga AMC–, el elemento más distinguible de la marca, que cuentan con un preciso termómetro. Esta es la razón por la que estas cazuelas siempre se utilizan con tapa.

El paquete que recibimos de AMC para nuestra prueba incluye una olla de 3,5 L, con su tapa estandar y otra para cocinar al vapor, el Navigenio, el avisador, y todos sus manuales.

Cómo cocinar con AMC

La tapa de olla básica cuenta con un pomo en el que vemos dos logos: una chuleta y una zanahoria. El primero indica la temperatura ideal para asar cualquier alimento, el segundo es el adecuado para cocer estos.

Aunque las ollas sirven para hacer todo tipo de elaboraciones (como en cualquier cazuela normal), el principal reclamo del sistema AMC es que se puede cocinar sin añadir agua ni grasa. ¿Cómo funciona esto?

Las verduras se pueden cocinar solo con el agua sobrante después de enjuagarlas, sencillamente llevando la olla a la temperatura que se señala en el visor con el símbolo de zanahoria, bajando el fuego para que se mantenga en ese margen, y siguiendo los tiempos adecuados: 10 minutos para unas alcachofas o unos guisantes, 25 para unas patatas o 30 para unas judías verdes.

El pomo básico tiene dos funciones: "chuleta" (para asar) y "zanahoria" (para cocer).

La compañía asegura que este método permite que las verduras retengan hasta un 50 % más de vitaminas, algo que somos incapaces de comprobar. Lo que sí es cierto es que, siguiendo las instrucciones, las verduras quedan muy sabrosas (con un sabor más propio de la verdura asada que cocida) y conservan todo su color. Hemos probado a hacer judías verdes y patatas y ambas quedaron de maravilla.

El método de asado, ideal para carnes y pescados –aunque también se puede aplicar a verduras– es algo más complejo. Consiste en calentar la olla hasta que se alcanza la temperatura indicada por el símbolo de la chuleta. Entonces, introducimos la carne que queremos cocinar, tapamos, y bajamos el fuego. El termómetro sigue subiendo y, cuando alcanza los 90º, debemos dar la vuelta a la pieza, tapar de nueva la olla y apagar el fuego. La pieza se acaba de cocinar con el calor residual.

Esta forma de asar es especialmente útil para las carnes magras, como la pechuga de pollo, que queda dorada por fuera, pero jugosa por dentro y muy sabrosa.

Las patatas cocidas sin agua quedan muy sabrosas y con una textura perfecta.

Un sistema modular

Estos son los métodos de cocción que se pueden realizar con la olla básica, que puede utilizarse sobre todo tipo de fuentes de calor, pero una de las características principales del sistema AMC es que tiene todo tipo de extras, que, cambiado tapas y pomos, transforman la cazuela estándar en una olla exprés o un sistema de cocción al vapor.

Entre los utensilios prestados a Directo al Paladar por AMC para realizar este análisis se encontraba la tapa súper-vapor, que, como su nombre indica, sirve para cocinar todo tipo de alimentos al vapor, que se colocan sobre un cestillo con agujeros –“softiera”, en la jerga AMC– sobre la olla con agua.

Hemos realizado varias preparaciones con este método: un salmón fresco y unos champiñones rellenos, y ambos quedaron perfectos. En este caso hablamos de una cocina al vapor convencional, solo que muy cómoda (y rápida), pues gracias al pomo podemos controlar muy bien las temperaturas y tiempos.

Con la tapa súper-vapor y el cestillo es posible cocinar a la vez unas verduras (sin añadir agua) y un pescado a vapor. En solo 5 min.

El avisador y el Navigenio

Más cómodo aún es cocinar con AMC si contamos con alguno de los añadidos más punteros del sistema, el avisador y el Navigenio.

El avisador es un pequeño aparato que se coloca sobre los pomos de las ollas y, una vez alineado a la temperatura a la que se quiere cocinar, emite un sonido cuando se alcanza esta. Además, te avisa si la temperatura está demasiado alta o baja. Cuando usamos la función de asar, pita también al alcanzar los 90º, que es el punto en el cual debemos dar la vuelta a la pieza y apagar el fuego.

El avisador se puede usar en conjunción con el Navigenio para programar comidas.

Lo cierto es que, teniendo en cuenta que el aparato tiene un precio de 100 euros, tampoco parece especialmente útil. Sí lo es, no obstante, si lo usamos en conjunción con el Navigenio, otro de los inventos de AMC: una placa vitrocerámica portátil que se sincroniza con el avisador para controlar tiempos y temperaturas.

El Navigenio se puede usar como una placa vitrocerámica normal, con una graduación de temperatura que va de 1 a 6, pero también en modo automático, sincronizado con el avisador, que a su vez se acopla a las distintas funciones de cada pomo. Así, por ejemplo, si vamos a cocer unas verduras sin agua, indicamos el tiempo de cocción en el avisador y colocamos el pomo en la función “zanahoria”: automáticamente la placa empieza a calentar hasta alcanzar la temperatura adecuada, y se mantiene en esta hasta el final de la cocción.

El Navigenio se puede usar sobre las ollas para gratinar cualquier comida.

Pero quizás la función más interesante del Navigenio es la posibilidad de utilizarlos sobre las ollas, lo que permite convertirlas en un horno. Gracias a esto, podemos, por ejemplo, gratinar con queso los champiñones rellenos que habíamos cocinado al vapor, sin necesidad de encender el horno o cambiar de utensilio, sencillamente colocando la placa sobre la “softiera”.

También hemos probado a hacer pizzas, tal como nos explicaron en una demo virtual sobre el aparato. Personalmente, no veo el sentido a empeñarse en hacer pizzas en cualquier aparato. Cierto es que, calentando correctamente la base de las ollas, y colocando luego en Navigenio encima, se pueden hacer pizzas bastante decentes y en cuestión de minutos, pero son demasiado pequeñas y siempre quedan mejor en un horno convencional con una piedra para pizzas. Es una funcionalidad que no pasa de la curiosidad y no creo que nadie se ponga a hacer pan en serio en estas ollas.

La pizza cocinada con la olla y el navigenio quedó bien, pero no mejor que en el horno. Y para que quepa hay que hacer pizas muy pequeñas, lo que te obliga a repetir la operación muchas veces si váis a comer varios.

Ollas muy buenas, también muy caras

Tras probar el sistema AMC durante tres semanas hemos comprendido la razón por la que tiene tantos defensores. Las ollas están bien diseñadas hasta en el último de los detalles: la tapa se puede acoplar en las asas, que nunca queman; se limpian fácilmente (también en lavavajillas); el borde está pensado para que los líquidos no goteen; las tapas se pueden usar como salvamanteles, pues están pensadas para colocar encima la olla; y parecen tremendamente sólidas –cuentan, de hecho, con una garantía de 30 años–.

Aunque el sistema de cocción resulta contraintuitivo para los advenedizos, se le coge el truco rápido. Los manuales incluidos con cada accesorio son muy completos, y la empresa cuenta con mucha información propia en internet, donde hay también un completo repositorio de recetas pensadas exprofeso para sus ollas.

El gran escollo para decidirse a comprar una olla AMC es el precio. Este varia enormemente en función de los paquetes de productos que queramos adquirir, pero en ningún caso estamos ante utensilios baratos.

El paquete que hemos probado incluye la olla básica de 24 cm y 3,5 L (490€), la tapa súper-vapor (390 €) y su cestillo (180 €), el avisador (100 €) y el Navigenio (870 €). Comprados por separado, el pack tendría un precio de 2.030 €, pero se vende a un precio de 1.490 €.

Una opción para adentrarse en este mundillo es empezar adquiriendo la olla básica –que es lo que realmente marca la diferencia–, que tiene un precio orientativo de 490€. Y decimos “orientativo” porque la compañía no suele vender piezas individuales por separado, cuyo precio, como hemos visto, se reduce en función de cada paquete.

En nuestra opinión, si te gusta cocinar, lo verdaderamente interesante son las ollas y sus tapas, no el avisador ni el Navigenio, que, aunque cómodos, no aportan ninguna ventaja verdaderamente significativa.

Una misma olla puede usarse con tapas diferentes, también con funciones a presión.

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Conclusión: una inversión a futuro

Las ollas AMC son una inversión a futuro: están muy bien fabricadas y son prácticamente indestructibles. Hemos hablado con una usuaria de las cazuelas (contacto nuestro, no de la empresa) que heredó las ollas de su madre, compradas hacen 40 años, y asegura que siguen como nuevas. Se ha pasado al nuevo sistema –el anterior no tenía termómetro en los pomos– y está encantada.

Estas ollas son, probablemente, las mejores del mercado, pero nunca las encontraremos de oferta y solo pueden adquirirse a través de la compañía. Hacerse con ellas o no es una decisión que tiene más que ver con la economía familiar que con su utilidad, que parece fuera de toda duda.

Cacerola Original Profi Collection Fissler 24 cm

¿Merece la pena comprarlas? Es una pregunta difícil de contestar. Si tienes el dinero, quizás merece la pena comprarse un Ferrari; si no lo tienes, puedes encontrar un coche que te lleva y te trae a los mismos sitios por mucho menos dinero. Con las ollas AMC pasa lo mismo. Sus ollas son realmente buenas, y su sistema de cocción sin agua ni grasa es imbatible, pero se pueden lograr resultados sino iguales parecidos con utensilios que cuestan mucho menos –las ollas de Fissler son de la misma casa, están fabricadas con los mismos materiales, y, aunque no cuentan con las mismas funcionalidades, cuestan menos de la mitad–. A partir de aquí, que cada uno decida.

Si quieres conocer el producto, puedes concertar un encuentro con los agentes de la marca a través de su página web.

Algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores.

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