Mira que es difícil transportar las botellas pequeñas: refrescos, cervezas y demás parientes se nos escurren de las manos como si fueran boquerones, con riesgo de acabar estrelladas en el suelo, o protestan chocándose unas con otras en un run run amenazante. Meterlas en una bolsa tampoco ayuda mucho, ya que allá dentro quedan sueltas en un perfecto libertinaje que nos las devuelve mareadas y confundidas.
Siempre que tengo un sarao en casa, cuando llega el momento de repartir bebidas echo en falta un artilugio que me ayude a transportarlas con orden y seguridad. Y lo mismo me sucede cuando subo mis cervecitas del trastero, que siempre pienso que la bolsa se va a rasgar en cualquier momento. No me vendría nada mal este invento, Sixpack, un pequeño esqueleto de acero con capacidad para seis botellas que tiene un asa en la parte superior y solidez suficiente para soportar el peso de seis botellas.
Vamos, un pariente distinguido y evolucionado de los inseguros y efímeros envases de cartón en los que se venden muchas bebidas, pero sólido y reutilizable por los siglos de los siglos. Amén.
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