La guía Michelin es la referencia por excelencia de la gastronomía no porque elija mejores o peores restaurantes, ni siquiera porque sea una referencia esencial para turistas de todo pelaje, lo es porque los chefs tienen claro que es el mayor reconocimiento que pueden recibir.
Para la mayoría de los cocineros existe un día antes y después de la estrella, la distinción que te coloca verdaderamente en la primera división de la gastronomía. “Te emocionas porque es la recompensa a mucho trabajo”, explica a Directo al Paladar José Manuel Miguel, del restaurante Beat, que recibió anoche su primer macaron. “Es la culminación del sacrificio de todo el año, la perfección, no fallar, tener la mejor carta, los mejores productos. Es un sacrificio que tiene su recompensa. La estrella Michelin es como los Oscar de Hollywood, te marca de por vida”.
Miguel, como el resto de los chefs, recibió unas semanas antes de que se celebrara la gala un correo en el que se le invitaba a participar en la misma. Es una señal de que puede caer la distinción, pero todos los chefs aseguran que hasta que no escuchan su nombre en la palestra no se lo creen del todo.
Hasta Dani García, que sonaba incansablemente en todas las quinielas, asegura que hasta que no recibió la llamada de la organización antes de ayer no lo tenía claro. “Ha sido un año en el que hemos sentido el feeling y la presencia de los inspectores, pero eso solo quiere decir que están más cerca, y de ahí la rumorología”, asegura a Directo al Paladar el cocinero malagueño. “Al final todo el mundo habla y los rumores parten de ahí, pero siempre estas con la incertidumbre. Estar en todas las quinielas es algo que hemos vivido otros años y puedes no conseguirlo”.
“Cuando te invitan te puedes imaginar que te la van a dar, pero siempre queda la duda”, nos cuenta Javi Estevez, chef de La Tasquería (Madrid). En su caso el premio llega en un momento especialmente emocionante: llegó de su luna de miel el lunes, el martes se fue a Lisboa, y hoy vuelve a restaurante para retomar el trabajo. Una cascada de emociones que ni siquiera sabe como asimilar. “Como no he aterrizado todavía no soy muy consciente”, explica.
Abrazos, lágrimas y muchas llamadas
Marcos Granda, sumiller y propietario de Clos Madrid, ya sabía lo que era recibir una estrella, pues cuenta con otra en su restaurante Skina en Marbella, y asegura que esta le ha pillado por sorpresa. En esta ocasión decidió no acudir a la gala y dejar el protagonismo al chef y al jefe de sala del restaurante, Víctor Infantes y Xabi Iturralde, a los que concede todo el mérito.
“Hemos conseguido que se entienda nuestra filosofía en Madrid, tratando de brindar el mejor producto posible dentro de nuestras capacidades, pues no puedes llegar cobrando precios desorbitados”, apunta Granda, cuyo restaurante demuestra que la relación calidad-precio también es importante.
Basta darse una vuelta por las redes sociales minutos después de que se anuncien las nuevas estrellas para darse cuenta de la importancia que tienen estos galardones. La ilusión es máxima, también entre los chefs que reciben su segunda o tercera estrella.
Dani García ya sabía en la gala que sonaría su nombre, pero la organización le pidió discrección y su equipo, aunque algo se olía, no tenía claro que fueran a dársela. El cocinero ha compartido el momento en el que su equipo veía en directo la gala, en plena sala del restaurante, y aquello fue una fiesta, con abrazos, saltos y alguna lagrimilla.
“El vídeo me ha roto el corazón”, reconoce García a Directo al Paladar. “Ha sido muy emocionante, lo he visto varias veces. Queríamos que viniera a Lisboa algún jefe de cocina, pero vivirlo allí también es bonito. Ha sido tremendo”.
Una estampa parecida se vivió en la cocina de Ricard Camarena, donde ya tenían preparadas una camiseta para celebrar las dos estrellas.
Mucha emoción también en Bagá, con amigos y familiares atentos en el restaurante al vídeo vertical con música de parque de atracciones que mostraba la gala en directo.
Emoción en Castilla
Si para los restaurantes de grandes ciudades la estrella es importante, aún lo es más para aquellos situados en pueblos pequeños. Cuando hablas con chefs que han tenido la valentía de liderar restaurantes de alta cocina en zonas rurales la historia siempre se repite: sin la estrella no habría las suficientes reservas como para seguir funcionando.
Así nos lo contó Elena Lucas, de La Lobita, o Enrique Pérez, de El Doncel, que mantienen sus estrellas. Curioso, además, el caso de Sigüenza, un pueblo de menos de 5.000 habitantes que ya tiene dos estrellas, tras el logro anoche de El Molino de Alcuneza.
Cada vez hay más estrellas en las dos castillas, que poco a poco van colocando restaurantes en lo más alto. Ayer fue la noche también del restaurante Pablo, en León. El equipo vivió la gala con mucha intensidad, y alguna lágrima de emoción.
La alegría de los ya consagrados
A Martín Berasategui no le caben ya las estrellas en la chaqueta. Con las dos nuevas estrellas para sus nuevos restaurantes de Donosti y Barcelona suma ya 10 estrellas. Debía olerse ya los galardones, pues ayer por la noche publicó ya esta foto en Instagram.
Más emocionado se ve a David Yárnoz, chef del restaurante navarro El Molino de Urdániz, que posó junto a Carlos Latre en la gala de Lisboa.
También los hermanos Torres, que reconfirmaban su segunda estrella para la nueva ubicación de su restaurante en Barcelona.
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