Bang Cook Foundation es la nueva apuesta de los propietarios de Silk & Soya, un conocido restaurante de Alcobendas que fusiona cocina tailandesa, japonesa y española. Como se puede juzgar por nombre, su nueva apuesta se centra en la gastronomía thai, pero siempre con vistas al gran público.
El gallego Román Mosteiro, uno de los socios del grupo, se confiesa amante de la auténtica comida tailandesa, bien picante, pero reconoce que el público occidental no lo aguanta tanto y si quieres contentar a todos hay que occidentalizarse.
Esto es precisamente lo que ofrece un restaurante que tiene en su carta los clásicos básicos de la “cocina internacional” –pizzas, burritos, hamburguesas, hummus…–, pero con un toque thai. O sin él, como en el extraño tartar de ibérico que probamos en la cena, en el que el jamón curado sustituye a la carne cruda.
El local, que quiere emular el movimiento de los callejones de Bangkok –Mosteiro se planteó seriamente tener monos y pájaros danzando por el restaurante hasta que vio que era ilegal–, está orientado a un público joven, “discotequero”, que se quede después de la cena a tomar uno de los cócteles que se ofrecen en la carta a escuchar deephouse.
El objetivo de Mosteiro, con el tiempo, es tener pinchadas que puedan retrasmitirse en vivo en todos los locales de la firma y que alarguen las cenas hasta el momento de los las copas y los cócteles, que se ofertan en elaboraciones propias a ocho euros.
Una nueva cadena
El grupo Silk apunta alto: quiere tener otros dos Bang Cook abiertos a finales de año. Como explica Mosteiro, han invertido dos años y medio en diseñar todo el concepto de lo que, esperan, sea una exitosa cadena. Todos los platos están pensados al milímetro, para que cualquier cocinero pueda hacerlos. El grupo cuenta, de hecho, con una cocina central donde preparar los fondos de todo el menú para que en los restaurantes solo haya que ensamblar los distintos elementos.
La comida, pese a resultar algo anodina en conjunto, no está mal y tiene platos que debemos destacar. Están bien los Buñuelos de la abuela Pithut, una recreación de un clásico de la cocina callejera tailandesa: una masa rebozada de calamar, langostinos y maíz con mayonesa de siracha; los Black and Roll, rollitos de verduras envueltos en pasta de arroz y tinta de sepia con germinado de cilantro y salsa agreendulce; y, sobre todo, el Ped Crob, un pato deshuesado con parmentier de patata al kimchi y una suave salsa de tamarindo. El curry que probamos, por el contrario, nos resultó bastante soso, quizás porque era cero picante. Tampoco el pad thai era para echar cohetes.
En la carta también hay sitio para los postres. Probamos una tarta de bizcocho de té matcha con una cremosa capa de queso, que recordaba a la clásica tarta de zanahoria y no estaba mal; un “brownie thai”, que no era más que una especie de brownie hecho pedazos con helado de sésamo negro; y la “Bang Cheese Cake”, una clásica tarta de queso con mermelada de jengibre y mermelada de naranja.
Monteiro reconoce que la intención del grupo es llevar Bang Cook por toda España y “es más difícil llegar con un tailandés puro”. La apuesta está clara: una carta para todos los públicos, con apariencia exótica, pero sin riesgos. ¿Está mal? En absoluto, pero no es el tipo de sitio que atraerá a los amantes de la gastronomía.
Lo peor: la sensación de que nada es auténtico.
Lo mejor: hay platos ricos y fáciles de comer y el local es agradable.
Datos prácticos
Dónde: General Martínez Campos, 43. (Madrid)
Precio medio: En torno a 25 euros.
Reservas: 910 51 22 08
Abre todos los días.
Imágenes | Bang Cook Foundation
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