Bodega 1900. Tapas de diseño en Barcelona por Albert Adrià

Tengo la costumbre de anotar en una libreta los restaurantes a los que me gustaría ir. Al vivir en una isla, en ocasiones me resulta algo frustrante no tener las mismas facilidades para visitar algún establecimiento como los que estáis en la península. Por eso me hizo tanta ilusión saber que podría cenar en Bodega 1900, el restaurante de tapas que Albert Adrià tiene en Barcelona.

Entrar en este establecimieno produce una sensación peculiar, pues todos los detalles se han cuidado para que parezca que lleva abierto desde hace un siglo: el marmol veteado de las mesas, las sillas al estilo thonet, suelos de azulejos, la tipografía de la carta y de las servilletas o el uniforme del personal, pero no hay que dejarse confundir, pues Bodega 1900 ofrece platos a la altura de la última vanguardia.

No me negaréis que es todo un detallazo que lo primero que reciba a los comensales sea un cortador de jamón en plena faena. El hecho y el aroma que se percibe, hace que se abra el apetito de golpe y que cueste reprimir el gesto de alagar el brazo para catar aunque sea una pizca de tan excelente manjar.

Es también un puntazo que si el propio Albert Adrià se encuentra en el local, se pasee por la mesas para preguntar si todo está al gusto de los clientes, lo que demuestra la implicación personal que tiene con este proyecto. Además de él, que lleva la coordinación del establecimiento, forman parte del equipo Pedro G. Asensio, Jefe de cocina, y Ángel Geriz, Jefe de sala.

Y no puedo ni quiero dejar de mencionar el trato del personal de este establecimiento ¡Simpatiquísimos! Se nota que disfrutan con su trabajo y eso se percibe enseguida. Atentos al mínimo detalle, explicando cada nuevo plato, son cercanos e intentan que te sientas cómodo y disfrutes de la carta. Vale la pena dejarse aconsejar por ellos.

Nuestra cena empezó con unas patatas chips caseras con salsa de vermut, unos berberechos en conserva y unas aceitunas escerificadas. De los tres, destacaría las aceitunas, sin duda un guiño a El Bulli, que es donde se encuentra su origen. Os recomiendo que, si tenéis ocasión, no os perdáis la explosión de sabor que producen.

Continuamos probando la caballa ahumada, la fritura de camarones, atención a la presentación ¡me encantó!, las anchoas del Cantábrico con pan tostado con tomate (el clásico catalán "pa amb tomàquet") i las gambitas hervidas. Espero que leáis mi entrada con el estómago lleno, porque no sé si podréis resistir todo lo que aún queda por venir.

Original me pareció la forma de servir algunos de los platos, como fue el caso de la caballa, que por cierto estaba deliciosa. Sobre una tabla de madera, una lámina de papel encerado y sobre él los ingredientes del plato. Los camareros realizan un golpe de muñeca y el papel se desliza de la tabla a la mesa. Como podéis apreciar en muchas fotos, no hay platos con las tapas, sino sólo papel.

La siguiente tanda estuvo formada por jamón ibérico de 5 años, copa ibérica, mojama con almendras y algas crujientes, estas últimas con un sorprendente sabor a corteza de cerdo, de hecho tuve que preguntar dos veces el nombre de lo que me estaba comiendo, pues me costaba creer que no fuera cerdo sino algas con semillas.

¿Sigo tentándoos? Queso suizo "Vacherin Fribourgeais", pulpo a la brasa con patatas impresionante, ensalada de tomate raf al natural y ceps con picadillo de ajo y perejil, el cual debía verterse en la cantidad deseada por encima de las setas y removerse para impregnarse. De estos cuatro platos os recomiendo el pulpo, estaba verdaderamente impresionante y eso que no es mi ingrediente preferido.

Y para cerrar la tanda de platos salados con un broche de oro, nos sirvieron un mollete de calamares picantes y un filete de lomo alto de "nebraska". Sabéis que el bocata de calamares es muy típico en el centro de la península, pero este mollete superó cualquier expectativa: un pan esponjoso relleno de unos calamares deliciosos. Y la carne, espolvoreada de sal gruesa, exquisita, nos gustó mucho a todos.

A pesar del opíparo festín que degustamos, no podíamos terminar esta cena sin un punto dulce. Los escogidos fueron unos higos escabechados en Pedro Ximénez con helado de ricotta sobre galleta de jengibre y un pastel de chocolate con helado. Mi primera impresión fue que la combinación de higos con el helado de queso no me gustaba, pero a la segunda cucharada cambié de parecer. Es un postre peculiar, pero me terminó agradando. No tengo nada que decir sobre el pastel de chocolate, soy chocoadicta, así que me faltaron manos para terminármelo.

En definitiva, Bodega 1900 es un establecimiento totalmente recomendable, aunque sus precios tal vez no están al alcance de cualquiera vale probar su cocina aunque sólo sea una vez. La carta no es de las más extensas, pero os aseguro que aunque hayáis comido toda la carta tendréis ganas de repetir la experiencia. Ya me diréis.

Bodega 1900

Tamarit, 91. Barcelona
Tefno. 93 325 26 59
Precio por persona 50 euros

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