Alrededor de las grandes ciudades crecen sin parar barrios de nueva construcción, enjambres de edificios alineados entre grandes avenidas que difícilmente se diferencian unos de otros. Al norte o al sur, si nos vendaran los ojos y nos dejaran en una de sus esquinas, probablemente nos sentiríamos desorientados y no acertaríamos a adivinar si estamos en Vallecas o en Fuencarral. En ellos todo está por hacer y no existe la tradición, los locales y restaurantes comienzan de cero llenos de incertidumbre.
Las Tablas es uno de esos barrios, al norte de Madrid, que vimos crecer en pocos años junto a la A-1. Situado en mi área de influencia, hasta este fin de semana pasado no sentí curiosidad por acercarme a comer en alguno de sus restaurantes. Al final, tras unas cuantas consultas, escogimos Casa Corrochano, un local de comida tradicional. Una vez más "la niña de las reservas" tuvo su minuto de gloria al llegar a un restaurante prácticamente vacío. Cosas del verano, el calor y las piscinas.
El restaurante se estructura en una zona de barra para tapeo y un comedor informal (con las mesas bastante juntas), que comparten un mismo espacio. Al hacer la reserva nos indicaron que no disponían de zona de no fumadores, lo cual no fue un problema al haber apenas tres mesas ocupadas y ningún fumador en la sala, pero imagino con el local lleno el panorama puede tornarse molesto.
Había hambre, así que nos lanzamos sobre la carta con avidez mientras llegaba un aperitivo a base de paté de la casa. De entre todas las referencias, abundantes en tapas y raciones, decidimos compartir primeros, decantándonos por un plato de bellota, patatas y pimientos de Padrón, que resultó ser un buen plato de picoteo: una montaña de patatas fritas caseras muy bien hechas sobre las que descansaban unas cuantas lonchas de jamón; bailando una sardana alrededor de ellas, unos pimientos de Padrón.
Con los últimos sorbos de unas cañas bien tiradas servidas en vasos helados, llegaron a la mesa unas delicias de Idiazabal, unos cortes en cuña de queso empanado y frito, que resultó ser un aperitivo muy rico, con un poco de mermelada de frutos rojos para untar.
De segundo, mi acompañante pidió un entrecot, una contundente pieza de carne acompañada de nuevo por patatas fritas y pimientos de Padrón. Probé la carne y estaba correcta, en el plato no quedó ni un hilillo de res.
Yo tomé una parrillada de verduras, un plato que me encanta y por el que podría catalogar la cocina de muchos restaurantes. Aquí me presentaron un plato muy bien armado, realizado y presentado, solo puedo decir que disfruté mucho con él.
Los postres se cantan en la mesa, y la letanía se recibe con agrado pues no hay muchas referencias. Todos son caseros y eso se agradece mucho. Un poco en plan Pin y Pon, decidimos tomar tarta de chocolate blanco y tarta de chocolate negro. De las dos, me gustó mucho más la de chocolate negro, que aparecía con el relleno mucho más untuoso y sabroso.
Con dos cafés y una botella de Viña Mayor 2006, la cuenta final fue de 40 euros por persona.
Casa Corrochano
Cocina tradicional, tapas y raciones Paseo de la Tierra de Melide 38 28050 Las Tablas- Madrid Tel. 917 505 393
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