El Pleno del Ayuntamiento de Madrid ha declarado a los restaurantes centenarios de la ciudad "espacios culturales y turísticos de especial significación ciudadana e interés general para la ciudad".
Con esta medida, asegura el Consistorio, "se quiere poner en valor este valioso patrimonio de la capital, cuya supervivencia se está viendo seriamente amenazada por la crisis sanitaria derivada de la pandemia de la COVID-19".
La facturación de estos restaurantes ha descendido hasta el 80 %, según datos de la Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarios de Madrid (RCM), lo que se asocia en gran medida a la falta de asistencia de público al centro de Madrid, pero también a que la mayoría no cuentan con terraza.
Una portavoz del área delegada de Turismo del Ayuntamiento ha explicado a Directo al Paladar que la distinción "pretende dar [a los restaurantes] proyección internacional y que tengan un carácter diferenciado a la hora de poder pedir ayudas".
El nombramiento no implica, por tanto, ninguna ayuda ni protección concreta, como podría ser la que otorga la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), que impediría, entre otras cosas, hacer reformas en los locales que conlleven una perdida de patrimonio. "Es como un paso previo para que puedan pedir otro tipo de reconocimientos", aclaran desde el Ayuntamiento.
Hay más de 30 establecimientos centenarios
El reconocimiento del Ayuntamiento incluye a los 12 establecimientos agrupados en torno a la Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarias de Madrid (RCM), así como a otros negocios no asociados, pero también lóngevos, como la Cervecería Santa Barbara (cuyo local original se traspasó mucho antes) o la Antigua Pastelería del Pozo. Desde el Ayuntamiento calculan, de hecho, que más de 30 locales pueden beneficiarse de esta distinción y lo podrán hacer nuevos establecimientos a medida que cumplan un siglo de existencia.
No todos los restaurantes pueden presumir, no obstante, de, además de llevar mucho tiempo abiertos, contar con un local y una oferta que te lleve a tiempos pasados. Por ello, recogemos aquí las 14 tabernas y restaurantes más antiguas de Madrid que merecen una visita, por orden de fundación, y repasamos brevemente su interesante historia y lo que tienen que ofrecer hoy en día.
1. Posada de la Villa (1642)
Construida sobre el único molino de harina con el que contaba Madrid en el siglo XVII (en la Cava Baja), la primera posada de la corte abrió sus puertas en 1642, para dar comida y alojamiento a los viajeros que llegaban a la ciudad.
En 1980, el edificio amenazaba a ruina, y el hostelero Félix Colomo lo reconstruyó por completo, para abrir el actual horno de asar, bautizado como Posada de la Villa. Pese a esto, el interior del local conserva mucho mobiliario de época.
2. Restaurante Botín (1725)
El actual restarante Botín presume de haber obtenido el título a restaurante más antiguo del mundo por el libro Guiness de los Records, pero las historias sobre su fundación no están tan claras.
Según figura grabado en piedra en la fachada del edificio, fue aquí donde se fundó la primitiva Fonda Española, abierta, sí, en 1725, y fundada por el francés Jean Botin, pero parece que el nombre "Botín" que encontramos en los textos de la época hace referencia también a otros negocios.
Lo que es seguro es que tras la muerte de los Botín el negocio pasó a un sobrino que bautizó el negocio como "Sobrino de Botín", nombre que conserva actualmente en la fachada. También que su horno de leña, construido en 1868, ha funcionado de forma ininterrumpida, superando incluso la Guerra Civil.
En la actualidad, el restaurante sigue operando con una oferta de cocina castellana, muy orientada a los turistas, en la que destacan los asados.
3. Taberna Antonio Sánchez (1787)
En puridad, la taberna Antonio Sánchez es el bar más antiguo de Madrid que sigue en pie desde su inauguración. Ni siquiera sabemos la fecha exacta de su fundación, pero seguro que es anterior a febrero de 1787, ya que en esa fecha se publica en el Diario curioso, erudito, económico y comercial el traspaso del inmueble como negocio dedicado al despacho de vinos.
La taberna fue durante el siglo XIX un importante punto de encuentro para toreros y aficionados a la fiesta y mantiene intacta su decoración de entonces: los revestimientos de maderas talladas, las lámparas de gas con las que se iluminaba el local, el elevador manual de frascas y los frescos con medallones de los rostros de los toreros.
Situada en la calle Mesón de Paredes, sigue ofreciendo una cocina española tradicional de calidad. En su carta destacan los callos y, como no podía ser de otra manera en una taberna taurina, el rabo de toro.
4. Casa Pedro (1825)
Situado en el pueblo de Fuencarral, hoy absorbido por la capital madrileña, Casa Pedro es un gran ejemplo de cómo sobrevivir al paso de los años sin perder su personalidad propia.
Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, pues fue en 1702 cuando Pedro Guiñales fundó el negocio original con el nombre de su esposa, Casa de la Pascuala, pero no fue hasta 1825 cuando pasó a llamarse Casa Pedro.
El restaurante funcionaba como una casa de postas, una fonda para ganaderos y viajantes que entraban o salían de Madrid, pero cuando fue absorbido por la propia ciudad, decidio mantener su apuesta por la cocina castellana que ya le había hecho reconocido.
En la actualidad, destaca sobre todo por su horno de leña donde se cocinan los platos estrella del lugar, las carnes a la brasa, con mención especial para el cochinillo y cordero, que comparten protagonismo con platos de cuchara.
5. Casa Alberto (1827)
En sus inicios, Casa Alberto era una sencilla taberna que despachaba vinos acompañados por huevos duros o bacalao seco. Situada en el edifició en que habitó Miguel de Cervantes en la Calle de Huertas, estuvo regentada por segovianos, que se fueron sucediendo al frente del negocio entre familiares y conocidos.
El negocio vivió una época de esplendor en los años 20, donde fue una referencia del aperitivo (y uno de los primeros bares en que se empezó a servir vermú) y luego se reinventó como restaurante. Actualmente, sirve una reputada cocina tradicional madrileña, que cuenta incluso con un sol Repsol, sin por ello haber descuidado su decoración centenaria.
6. Lhardy (1839)
Sí la taberna Antonio Sánchez es el bar más antiguo de Madrid, podemos decir que Lhardy (Carrera de San Jerónimo, 8) es el primer restaurante de Madrid que se abrió como tal. Su fundador, Emilio Lhardy, introdujo en la ciudad el modelo de restauración francés: con el precio fijo, las minutas por escrito o las mesas separadas.
Aunque el local abrió originalmente como pastelería (una función que aún hoy conserva), poco a poco fue ofreciendo comidas, y se hicieron muy famosos sus callos, su consomé o su cocido, que hoy se siguen sirviendo.
7. Casa Labra (1860)
Situado en en la calle de Tetuán, muy cerca de la Puerta del Sol, Casa Labra sigue conservando el aroma de taberna centenaria, pero sin descuidar la calidad de los productos que le hicieron famoso: las croquetas y las tajadas de bacalao rebozado, que siguen despachando a destajo.
En sus mesas, Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español, el 2 de mayo de 1879, una efeméride que recuerda una placa situada en el propio local.
8. La Bola (1870)
Este restaurante, ubicado en la calle del mismo nombre, lleva ofreciendo 150 años el mismo plato: su famoso cocido madrileño, cocinado a fuego lento en pucheros individuales, sobre brasas de carbón de encina.
Fundada por la asturiana Cándida Santos, la taberna sigue regentada por la misma dinastía familiar que después de cuatro generaciones sigue cada día al frente del establecimiento.
9. Casa Ciriaco (1887)
Situada frente a la catedral de la Almudena, Casa Ciriaco abrió sus puertas en 1887 como almacén de vinos, pero en 1923 la licencia del local pasó a manos de Pablo Muñoz Sanz, que junto con su hermano Ciriaco Muñoz, habían trabajado en el establecimiento desde 1917.
Fue Ciriaco quien, en 1929, abrió una parte de restaurante en el local y puso su nombre al establecimiento. Es famosa su pepitoria de gallina, que, asegurán, se sigue cocinando siguiendo un receta original de más de un siglo.
10. Café Gijón (1888)
El Gran Café de Gijón (Pase de Recoletos, 21) fue fundado en la primavera de 1888 por Gumersindo García, oriundo de la ciudad asturiana. En 1914 el negocio se traspasó a un peluquero extremeño, Benigno López Jabato, que en 1925 realizó una reforma integral del local, que quedó casi como se puede visitar hoy en día.
Aunque, actualmente, el Café Gijón funciona también como restaurante, lo que verdaderamente le hizo famoso fueron sus tertulias, por donde pasó la mayor parte de la intelectualidad española de finles del siglo XIX y la primera mitad del XX: Benito Pérez Galdós, antiago Ramón y Cajal, Ramón María del Valle-Inclán, Jacinto Benavente o, más tarde, Federico García Lorca, Dalí o Buñuel, fueron habituales del establecimiento.
11. Bodega de la Ardosa (1892)
La Ardosa fue una de las primeras cadenas de bodegas que abrieron en Madrid, obra del empresario Rafael Fernández, que llegó a montar más de dos docenas de establecimientos, con similar estilo y proveedores.
La primera bodega del grupo, en el número 13 de la calle Colón, es también una de las dos que siguen en pie (la otra está en la calle Santa Engracia), aunque ambas tienen propiedades distintas, pues el negocio familiar se liquidó en su tercera generación.
En la actualidad, tanto estética como gastronómicamente hablando, la bodega más interesante es la de la calle Colón, en pleno barrio de Malasaña, donde se siguen sirviendo estupendos pinchos de tortilla, croquetas y empanadas caseras.
12. Los Galayos (1894)
El restaurante Los Galayos, situado en una esquina de la Plaza Mayor, tiene su origen en la Casa Rojo, fundada en 1894. Aunque el establecimiento cambio de nombre, aún hoy sigue regentado por la familia Rojo, que poco a poco fue transformando lo que primero fue una cervecería en un restaurante.
En sus salones se celebró el homenaje a Luis Cernuda, considerado uno de los hitos de la Generación del 27, que reunió a escritores de la talla de Luis Cernuda,Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Miguel Hernández, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, María Teresa León y Concha Méndez, etc.
13. Malacatín (1895)
Malacatín es otro de los restaurantes centenarios que sigue regentado por la misma familia que lo vió nacer a finales del siglo XIX. El conquense Julián Díaz comenzó como mozo de almacén en una tienda de la Calle Ruda, en el barrio de Cascorro. A la muerte de su dueño, éste le dejó en herencia el negocio, que transformó en un despacho de vinos.
Fue la mujer de Díaz quien comenzó a preparar el plato que hizo famoso al restaurante: el cocido madrileño, que hoy sigue siendo el principal reclamo del local.
14. La Casa del Abuelo (1906)
Situada en la calle Victoria, en pleno centro de Madrid, la Casa del Abuelo abrió sus puertas como despacho de vinos. En sus primeros años, la taberna se hizo famosa por sus rosquillas y su vino dulce de producción propia, que venía de Alicante.
En los años 20, el bar se hizo conocido por sus bocadillos, llegando a despachar 1.500 cada día. Tras la Guerra Civil, cuando la harina escaseaba, empezó a elaborar gambas a la plancha, que vendían a 1,60 pesetas acompañadas de un vaso de vino y, más adelante, sus aún populares gambas al ajillo.
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