La fortaleza árabe más grande de Europa está en este pueblo de Soria (y perteneció a El Cid)

El conocido como “castillo de Górmaz” es, en realidad, una de las más impresionantes fortalezas árabes del mundo

Gormaz
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Entre los siglos X y XI, el río Duero constituyó, kilómetros arriba y abajo, la frontera entre los reinos musulmanes y cristianos que pugnaban por el control de la Península Ibérica.

Aunque cuando pensamos en arquitectura árabe de inmediato nos viene a la mente Andalucía, donde en efecto los árabes permanecieron varios siglos más, Castilla y León está repleta de importantes ejemplos de arquitectura militar árabe a lo largo de toda la frontera que conformaban las tierras del Duero.

Pero es en concreto en la provincia de Soria donde se encuentra la mayor fortaleza árabe de Europa: el conocido como castillo de Gormaz.

Situado en un impotente emplazamiento, sobre una colina que domina toda la comarca, la fortaleza que se ve actualmente se construyó durante el Califato de Córdoba, en el sigo X y, según algunos historiadores, fue la mayor fortificación de la época en toda Europa.

Entre los siglos X y XI cambió varias veces de manos, tras diversas conquistas y reconquistas, hasta que, en 1087, Alfonso VI de León se la entregó a Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Fue en esta época cuando se fundó el pueblo de Gormaz, a los pies del castillo.

La fortaleza fue cambiando de manos entre diversos señores cristianos, pero, pasado el siglo XV, el castillo fue abandonado y cayó en estado de ruina.

Unas vistas impresionantes

Actualmente, solo se conserva el perímetro amurallado exterior, que mide algo más de un kilómetro y cuenta con 27 torreones.

La visita es totalmente gratuita y merece la pena no solo por ver la imponente muralla, sino también por las impresionantes vistas de toda la llanura que rodea al castillo.

San Baudelio

A solo media hora se encuentra, además, otro importantísimo vestigio arquitectónico de la época: la ermita de San Baudelio. Ya cristiana, pero de estilo mozárabe, esta pequeña ermita es de una singularidad excepcional: una mezcla de influencias románicas y árabes con unos frescos que configuran la considerada como Capilla Sixtina del arte mozárabe que, tras ser expoliados por un marchante de arte, acabaron expuestos en parte en el museo de El Prado.

Imágenes | Juan F. Esteban Barahona/Diego Delso

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