La estrella Michelin es el máximo distintivo al que aspira un restaurante. La guía francesa es, de largo, el prescriptor más importante y reconocido de la gastronomía a nivel mundial, pero ¿se valoran los restaurantes con el mismo criterio en todos los países?
Es una pregunta a la que responden negativamente los críticos gastronómicos que más han visitado restaurantes con estrella Michelin fuera de España, que siempre apuntan al agravio comparativo que opera en la guía entre los restaurantes de su país de origen y el resto.
Yo nunca me lo creí del todo. Lo cierto es que, en todos los años que he estado visitando Francia –mi mujer es medio gala– siempre he comido muy bien y me ha parecido que, en general, el nivel gastronómico medio es algo mejor. Pero nunca había ido a un restaurante Michelin. Hasta la semana pasada.
Ni que decir tiene que un solo restaurante Michelin no puede ofrecernos una visión completa de los establecimientos que selecciona la guía en Francia y esto es solo una columna de opinión; pero lo cierto es que, de las decenas de menús degustación que he probado en mi vida en estrellas Michelin, este ha sido, con mucha distancia sobre el resto, el peor.
L'Auberge du Prieuré
El restaurante escogido es L'Auberge du Prieuré, ubicado en el coqueto pueblo de Moirax, a escasos diez kilómetros de Agen, la capital del departamento del Lot et Garonne, en el sudoeste de Francia.
La carta, curiosamente, está plagada de producto español como ternera gallega o presa de cerdo ibérico
Es una zona preciosa, pero muy poco turística, conocida entre los franceses por la fabricación de ciruelas pasas. Pero, aunque no hay extranjeros, la terraza del restaurante, donde se sirven todas las comidas en verano, está llena.
En L'Auberge du Prieuré oficia el chef Benjamin Toursel, que heredó y mantuvo la estrella conseguida en 2008 por el anterior cocinero del local, Michel Trama. Según la Guía Michelin, Toursel “ha forjado su propio estilo moderno distintivo, salpicado de notas audaces y creativas que frecuentemente sorprenden al comensal”.
La carta, curiosamente, está plagada de producto español como ternera gallega o presa de cerdo ibérico, dos de los platos principales de los menús degustación de este verano. Y, al menos en nuestra visita, apenas hay producto o especialidades locales, algo que en las estrellas Michelin españoles parece casi obligatorio.
Los precios: más barato de lo que pensaba
Teniendo en cuenta que en Francia todo es más caro que en España, de primeras los menús de estrella Michelin no me han parecieron elevados.
Como en todos los restaurantes de Francia, el agua siempre se ofrece gratis, servida en jarra
L'Auberge du Prieuré tiene dos menús degustación. Uno corto con snacks, tres pases salados y dos dulces, por 80 euros y uno largo, que se sirve solo por la noche, con snacks, cuatro pases salados y dos dulces, por 98 euros. Los platos, además, se repiten en uno y otro menú. Como fuimos al medio día, escogimos el corto.
Por lo que he podido investigar, son precios más o menos estándar en los Michelin de la zona, que se elevan, como ocurre en España, en las grandes capitales y, sobre todo, en París.
Lo que más me ha sorprendido, para bien, son los precios de los vinos. La bodega del restaurante, repleta de referencias de denominaciones de origen de la zona, como Bergerac, Buzet o Duras, tiene vinos desde 12 euros y muchísimas referencias entre 15 y 25 euros, algo muy poco habitual en los estrella Michelin españoles. Además, como en todos los restaurantes de Francia, el agua siempre se ofrece gratis, servida en jarra, en cuanto uno se sienta. La bebida, por tanto, no eleva innecesariamente el ticket de la comida, lo que es de agradecer.
La comida: regulera
Un pueblo precioso, una terraza agradable, un buen vino clarete de 20 euros, un pan y una mantequilla súper ricos… Toda pinta bien hasta que empiezan a desfilar los platos. Primero, unos snacks de apariencia cuqui, pero bastante insulsos. Se salva el crujiente con ricota y champiñón, pero el calabacín con jamón y el caldo de langostinos están súper sosos. No saben a nada.
El siguiente plato parece interesante: un lomito de atún crudo con pétalos de rosa y ruibarbo acompañado de arroz con algas y un wasabi de geriano. El atún –supongo que, en realidad, bonito del norte, o atún rojo congelado– está rico y el wasabi es muy curioso, pero el arroz, que quiere ser de tipo sushi, está pasadísimo. Es una pasta.
Viene después el mejor plato del menú, y el único que nos pareció digno de estrella Michelin, una cebolla de Florence –un tipo de cebolla alargada que recuerda a los calçots– con setas que estaba francamente buena.
La parte salada del menú finaliza con una carne de vaca gallega, acompañada de una salsa de carne con naranja, una bearnesa capuchina y pulpa de zanahoria. Está rica, pero además de estar algo pasada de punto y ser bastante escasa, es un plato nada sorprendente.
Tras esto nos ofrecen una tabla de quesos, por la que hay que pagar 15 euros aparte. Como tenemos hambre, la pedimos. Y están muy buenos. En esto sospecho que los restaurantes franceses superan a los españoles.
Para terminar, dos postres, bastante clásicos, pero ricos: un melocotón con helado y té matcha y una cuajada de cabra con una masa fina y crujiente. Los petit fours se sirven, y se cobran, con el café, a un precio de 5,50 euros por persona.
Este restaurante en España no tendría estrella
Dejando a un lado los postres, que nos podríamos haber encontrado perfectamente en un menú de estrella Michelin español, lo cierto es que el menú de L'Auberge du Prieuré ha sido decepcionante: nada nos ha sorprendido, no había grandes productos y ni siquiera el servicio era gran cosa, pues tardaron mucho tiempo en servir entre plato y plato.
La comparación con los restaurantes con estrella Michelin españoles ni se sostiene. Por poner algunos ejemplos que me vienen rápido a la mente, es alucinante que un restaurante como Vandelvira, en Jaén, no tuviera aún una estrella cuando realicé esta visita –en verano de 2023– y L'Auberge du Prieuré la conservara. Pero digo aún más, la semana anterior estuve comiendo en Canteré, un restaurante de Hecho (Huesca) que cuenta con un Bib Gourmand. Exceptuando el tipo de servicio y la presentación, su menú de 39 euros le da mil vueltas a lo que hemos comido aquí.
Si la economía lo permite, no será este el último estrella Michelin que pruebe en Francia, y espero que esta haya sido solo una mala experiencia, pero desde luego en mis siguientes visitas iré con las expectativas mucho más bajas.
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