Ayer, como os prometí hace una semana, fui a cenar al Hotel Room Mate Óscar para degustar el Menú Calle 13 creado por Darío Barrio. Y en este momento y después de consultar con varias personas me encuentro ante un ejercicio de disociación para poder narrar de una manera objetiva el menú.
Me estoy a refiriendo varias cuestiones que quiero comentar y dejarlas fuera de mi mente lo antes posible. La primera de todas es intentar abandonar las espectaculares fotografías realizadas a los platos y que podemos ver en la web de Calle 13. La comparación es odiosa, no en la calidad si no en lo que muestran las fotos, en el genero y en la forma de manipularlo. En cuanto a la calidad está claro que una foto de un estudio nunca será igual a una foto con poca luz y sin flash para no molestar al resto de comensales.
Claro, puede parecer obvio el tema de las fotos nunca se parecen a los platos reales. Y yo diría que tiene razón quien piense esto siempre que vaya a un burguer a comer pero no a un restaurante que tiene un menú de un mes y que debe dar el “Do de pecho” cuanto menos.
La segunda cuestión es que una vez llegados al restaurante nos informan que los dos primeros días con gente del canal de televisión Calle 13 se llegó a la conclusión que era mucha comida, tanto en número de platos como en cantidades por lo que decidieron eliminar uno de los platos y a su vez rebajar la cantidad de comida del resto. Eso sí, el precio de 50 euros por persona sigue inamovible. Si a los Bloggers se nos exige humildad y honestidad, creo que es algo que el resto de esferas gastronómicas también deben ejercer.
Bien, ahora con el lavado de mente empezaré mi crónica. Ayer por la noche quedamos con una amiga para ir a cenar al Hotel Roon Mate Óscar que durante este mes tienen un menú “terroríficamente espectacular” creado para la ocasión por Darío Barrio.
Este Hotel, para quien no lo conozca, se ha convertido en los últimos tiempos en un sitio referente de la noche madrileña. Muy bien ambientado y decorado con estilo minimalista a la vez que moderno está situado a la entrada del barrio de Chueca en Madrid. Y dicen que tiene una terraza donde tomar cócteles de impresión.
La salsa del restaurante, no me dejaban sacar fotos a la sala ya que según me explicaron el atrezo era de Calle 13 y había que pedir permiso para eso. Pero que a los platos o a nosotros no había problema. Repito, después de la puntualización, la sala del restaurante estaba ambientada en un negro espectacular con toque blancos. Las mesas vestidas de mantel negro con una vela blanca y candelabro negro. Ah, y el menú genial, con forma de cuchillo, muy original.
De aperitivo nos sirvieron un par de chupitos, llamados Jekyll & Hyde. Uno de vodka con curaçao azul, Martini seco… y el otro de ron con granadina y otros ingredientes. Muy suaves, pero, ¡jo! no echaban humo.
El segundo aperitivo eran unos chips de yuca con alga nori y tataki de pluma de ibérico. Estaban muy ricos. Esto recibía el nombre de Caja Torácica.
Después entramos en los platos con la Fosa común. “Una” sardina marinada al té moruno, con arena de especies y germinados. Se echaba de menos algún “cuerpo” más en la fosa común.
A continuación la Lecter Salad. Con ese nombre como no podía ser menos teníamos una ensalada de sesos de cordero a la romana, mezclum con una lamina enrollada de mango y vinagreta de remolacha. Un conjunto de sabores y texturas muy logrado.
Lago ness era un langostino envuelto en patata y arroz suflado dentro de un lago de tinta de calamar. Para mi gusto el langostino estaba demasiado hecho, pero el plato está muy rico.
Autopsia es el resultado de poner una merluza cubierta de calabacín sobre esparrago verde. Y la piel de la merluza “simulaba” el pecho abierto. Aunque nosotros tuvimos que descubrirlo, y no quiero pensar en las fotos originales.
Salto al vacío era una pirámide de cubos de cochinillo confitado a la naranja con una base de polenta. El cochinillo estaba muy tierno, la verdad que fue una pequeña delicia.
El postre vino como una Onda expansiva. Una mousse de chocolate con miga de brownie, granillo de praliné y caramelo de chocolate.
Y el último plato fue un petit four compuesto por unos macarons de frambuesa relleno de chocolate con corazón de chile. La verdad que no picaba nada, lo cual se agradece. El resultado se llamaba Ruleta Rusa.
El servicio fue rápido y en todo momento atendieron nuestras preguntas con máxima amabilidad. Se echó de menos, pero poco, algo de protocolo en la mesa a la hora de servir o retirar los platos así como que no se ofreciese más pan, por ejemplo. Pero son pequeñeces.
Dicho todo esto, solo me queda decir que me encantaría probar el menú de las manos de Darío Barrio tal y como se muestran en las fotos de Calle 13. Eso sí que tiene que ser espectacular.
En Directo al Paladar | La cocina de Calle 13 y Darío Barrio