El 19 de marzo los chefs Paco Roncero y Ramón Freixa, que atesoran dos estrellas Michelin por barba en sus restaurantes de Madrid, iban a presentar su proyecto conjunto de comida a domicilio.
Pero, aunque el delivery ha estado permitido durante todo el estado de alarma, los cocineros decidieron retrasar la puesta en marcha de su proyecto, que llega hoy a Uber Eats, con cobertura en buena parte de la ciudad de Madrid.
“Con el bicho nos pusimos plof”, ha reconocido Freixa en la rueda de prensa (virtual) de presentación del proyecto. “Decidimos que no era el momento, queríamos verlo con ilusión, con optimismo, con ganas, y podía estar en la incubadora porque teníamos el trabajo hecho”.
A diferencia de la mayoría de los nuevos proyectos de delivery surgidos en las últimas semanas, y pensados como una válvula de escape para todos los restaurantes que continúan cerrados, Cuatromanos es un restaurante fantasma, –solo existe para pedir a domicilio– diseñado durante todo un año por Roncero, Freixa y Uber Eats.
“No es un proyecto hecho con las prisas ni la necesidad del confinamiento”, apunta Roncero.
Una carta que huye de la comida rápida
Aunque en la carta podemos encontrar clásicos del delivery, como hamburguesas, el grueso de esta la conforman platos más o menos tradicionales: croquetas, guisos y platos de cuchara, ensaladas y segundos contundentes, como una paletilla de cordero, un roti de cochinillo o un papillote de vieiras y langostinos.
“No tiene nada que ver con nuestros restaurantes, aunque hay cosas que nos identifican”, aclara Roncero. Es el caso de los canelones de Ramón Freixa, un clásico del extinto restaurante que sus padres tenían en Barcelona, que se pueden pedir de carne o espinacas.
La oferta cuenta con varios menús degustación. Hemos probado el que está pensando para dos personas, que incluye tres tipos de snacks, dos clases de croquetas, unos canelones y la paletilla de cordero a 58,50 euros.
Todo llegó a casa rápido y en perfectas condiciones. Los snacks son unos bombones salados, a modo de trampantojo, como los que se pueden ver ya en muchos catering. Están buenos, pero ninguno resulta demasiado sorprendente.
Las croquetas están ricas, pero bastante mejor la de matanza que la de jamón, que se anuncia como “la mejor” y está lejos de serlo.
Lo mejor de todo lo que probamos son los canelones, en este caso de carne –los hay también de espinacas–. Vienen dos unidades, con una rica salsa de setas, y se pueden pedir aparte por 16,50 euros.
Por último, comimos la paletilla de cordero lechal asada. Muy tierna, con la carne que se separa del hueso. Está rico, pero no es como tomarla en un asador (nada de piel crujiente). Y no es barata. Cuesta 28,50 euros y viene acompañada tan solo de un gratin de patatas que no vale gran cosa.
La Edad de Oro del delivery
La propuesta de Freixa y Roncero es interesante, pero habría resultado más novedosa de haber llegado antes de que decenas de restaurantes de nivel se apuntaran al delivery.
Como ha explicado en el encuentro virtual Marta Anadón, directora general de Uber Eats España y Portugal, en los últimos dos meses han crecido las incorporaciones a la plataforma en un 15 %. Y parece que la gente está cada vez más dispuesta a salir del binomio hamburguesa y pizza, que sigue liderando la comida para llevar con mucha diferencia sobre el resto de opciones.
Hace solo unos meses estaríamos hablando de una de las mejores comidas a domicilio de Madrid, hoy es otra más, con una relación calidad-precio que no es para tirar cohetes, pues hay que dejarse como poco 30 euros por persona para comer bien (algo más si se quiere pedir un postre o vino, que también hay). Por otro lado, hay que decir que es una de las propuestas más completas, con una carta con todo tipo de opciones, que va a adaptarse a las temporadas y que, seguro, guarda más sorpresas.
“Creemos que puede tener mucho éxito por ser una carta pensada especialmente para el delivery pensando en una comida más de cada día”, explica Anadón.
La comida para llevar no puede ser igual
En los últimos días hemos visto muchos restaurantes de alta cocina incorporarse al delivery, aunque en su mayoría con segundas marcas, y platos distintos a los que se servían en sus locales antes de la pandemia.
Roncero cree que no tiene sentido entrar con las marcas de restaurante gastronómico en el juego del delivery, “porque jugamos a la excelencia y al sabor, que eso se puede conseguir, pero el resto de la experiencia no se puede llevar a domicilio”.
“Los restaurantes tienen una vajilla, un meitre, un entorno, un sumiller…”, prosigue Freixa. “Esa magia aún no se puede llevar. Lo que sí queremos llevar es el sabor y la felicidad que llevamos en todos nuestros negocios”.
Para emular esta experiencia, y aunque la comida se sirve en un bonito packaging sostenible y bien pensado para que el producto llegue en las mejores condiciones, Roncero recomienda disfrutar del pedido como Dios manda: “No entremos en la monotonía. Monta tu mesa, tu mantelito, tus cubiertos y comételo como si estuvieras en el restaurante”.
Por el momento, es lo más cerca que vamos a estar de vivir la hostelería. La cosa, coinciden Freixa y Roncero, va para largo.
“Cuando abramos queremos abrir con los equipos, con la misma ilusión, y que todos pensemos que tenemos un trabajo para el futuro”, concluye Roncero. “Lo peor que podríamos hacer es abrir en malas condiciones y que tengamos que cerrar. Queremos abrir, sí, pero con las suficientes garantías”.
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